FRUCTIFICANDO EN EL AÑO 2024
«Porque separados de mí nada podéis hacer.»
Juan 15:5c
Hace 54 años que tomé la decisión de aceptar a Jesucristo como mi Señor y Salvador personal, he vivido la más preciosa aventura que alguien pueda imaginar: disfrutar de Su presencia, caminar en obediencia a su palabra, crecer satisfactoriamente en conocimiento y compromiso personal con Él y con su iglesia.
Pero también he experimentado la desdicha de vivir en insatisfacción y desequilibrios, al haberle desobedecido varias veces y experimentar dolor, y la angustia que esto contrae. La fragilidad de nuestra naturaleza humana, lo atractivo y pernicioso que ofrece el mundo, y los espejismos de la vida; te vislumbran, pero traen sus tropiezos los cuales son muy dolorosos en nuestra existencia. Sin embargo, Él es más bueno de lo que imaginas, más misericordioso de lo que piensas y tan amplió en perdonar que sin duda, la mayoría no lo ha experimentado. Tan solo necesitamos unir nuestras vidas a Él, pedirle perdón y obedecer lo que dice Su Palabra:
Para poder fructificar adecuadamente en este año, debemos examinar al menos uno de los pasajes que son claros en cuanto al crecimiento y fructificación (Juan 15:1-5), y observar por lo menos tres condiciones:
- LIMPIEZA. El Señor usa la imagen de la vid precisamente por la abundancia de vides que había en Israel y el conocimiento que todo el pueblo tenía de este árbol, al verlo fructificar. Era imprescindible limpiar la vid. Primero librándola de ramas estériles que no dan fruto y consumen el alimento que las ramas que fructifican debían aprovechar más y mejor. Y segundo, limpiarlas en el tiempo en el cual la vid se prepara para dar una nueva y renovada cosecha. De allí que dice: «y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto.» (Jn.15:2c). En el caso de un creyente que quiere fructificar es imprescindible que este limpio o purificado para no ser estorbo, y en esto, la palabra de Dios y el contacto diario con ella, te limpiará: «Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado.» (Jn. 15:3)
- PERMANENCIA. Esta es la segunda clave en la vida para dar fruto. Permanecer en la vid de manera firme y constante, es la relación vital para que el alimento que genera la vid pueda fluir de manera natural a la rama (pámpano), y así crecer y dar el fruto esperado. Por esto el Señor dijo: «Permanece en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.» (Jn. 15:4). Con esto el Señor nos está indicando que él busca una relación mutua e interdependientes. De Su parte, él compromete Su permanencia. De parte nuestra, esto tiene que ver con las decisiones que tomamos en la vida.
- DEPENDENCIA. Esta es la tercera clave para el crecimiento y la oportunidad de dar fruto. » …porque separados de mí nada podéis hacer.» (Jn. 15:5c). Existe la necia costumbre de pensar que es muy fácil hacer la obra del ministerio, tan solo porque hemos aprendido algo o hemos ganado cierta experiencia. Y comenzamos a ministrar en nuestra «carne» logrando efectuar algunas cosas, no bien del todo, pero sirven de mal ejemplo para continuar sin depender del Señor. Cuando Él claramente lo ha dicho que, separados de Él «nada» podemos hacer. Es imprescindible la conexión y dependencia del creyente con Su Señor de lo contrario, se vivirá vidas aletargadas, raquíticas y sin el fruto esperado.
Llevar fruto es inevitable y lo normal de cada creyente que ama al Señor y busca extender el Reino de Dios en esta tierra. Y que cumple con estas tres condiciones: Una vida limpia, guiada por Espíritu Santo; una permanencia en Él a través de Su Palabra y la oración y una clara dependencia mediante la obediencia.
¡Con la expectativa de verte!
Vicente Alcántara Ulloa
Pastor Supervisor