LA DISCIPLINA EN LA VIDA CRISTIANA
“24 ¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis.25 Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible. 26 Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, 27 sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado.”
1 Corintios 9:24-27
Pablo reconocía la necesidad de la disciplina espiritual, y nos da figuras claras como la del atleta y la del luchador para entender la vida cristiana. En ambos ejemplos la disciplina es vital para un correcto desempeño.
La disciplina es un hábito que cada persona genera con base a su compromiso. Así que, todo cristiano debe tener un plan basado en una disciplina firme para rendir su corazón y agradar a Dios. Un atleta y un luchador indisciplinado no rendirán mucho, y serán un peligro para su equipo.
- La vida cristiana es una carrera (vv.24, 26a): “¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis.”, “Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura;”
Pablo se refiere a los eventos atléticos que se jugaban cada dos años cerca de Corinto, y para ganar una carrera se necesita tener disciplina. Los atletas físicos se disciplinan a sí mismos ejercitándose largas horas, restringiendo sus dietas y descansando adecuadamente. Los atletas espirituales se disciplinan a sí mismos resistiendo las tentaciones, orando, estudiando y obedeciendo la Palabra.
Es imposible ponernos en forma espiritualmente, si no tenemos en cuenta los ejercicios espirituales. Un cristiano no está llamado a estar sentado observando desde las tribunas; sino, a correr la vida cristiana, avanzando hacia la madurez. Es una carrera larga que demanda perseverancia. Y en la carrera no puedo perder el enfoque, ya que un desvío de mi mirada y puedo terminar lesionado.
En los juegos de Grecia, uno solo se llevaba el premio; pero en la carrera espiritual, todos los que corren bien, pueden obtenerlo. Aunque la carrera agota y desgasta, nada se compara con obtener el premio que el Señor ha prometido para todo aquel que persevera.
Reflexión 01: En la carrera cristiana puede haber lesiones, pero prefiero ser un atleta que llega “lesionado” a la meta, que un hombre “sano” sentado en la tribuna mirando a otros correr. Lo más importante no es iniciar la carrera, sino el firme propósito de llegar a la línea final.
2. La vida cristiana es un batallar diario (vv.25, 26b): “Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible.”, “… de esta manera peleo, no como quien golpea el aire,”
Todo buen luchador evalúa honestamente sus puntos débiles y fuertes, y pone atención en los pasos que va a dar en el campo minado por el enemigo. ¿Reconocemos cuáles son nuestras debilidades?
Servir al Señor implica entrar en un combate, y conviene no olvidar que en una guerra no hay soldados sin heridas. Hay “cristianos” de primavera que cuando llega el frío invierno desaparecen. Olvidamos que las batallas son parte de la vida cristiana, y que mi primera pelea no es contra el enemigo; sino, con mi propio corazón.
“aquel que lucha, de todo se abstiene”. ¿Qué implica esta expresión? Primero: decir “no” a ciertas amistades o situaciones que lo apartarían del Señor. Segundo: decir “no”, a ser un llanero solitario en la congregación; no estoy llamado a pelear solo la batalla. Tercero: decir “no” a la pereza para adoptar una actitud proactiva en nuestro crecimiento y madurez.
Los atletas griegos se disciplinaban “para recibir una corona corruptible”. Pero los cristianos reciben una corona “incorruptible”, “la corona de la vida” (Stg. 1:12). Mientras que las coronas humanas pronto se marchitan y pierden su valor como trofeos, la corona de la vida, no se deteriora: “Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que aman su venida.” – 2 Timoteo 4:8
“de esta manera peleo … no como quien golpea al aire,”: los golpes dados al aire sólo ofrecen ventajas al adversario, porque te desgasta y te deja vulnerable. Pablo no derrochaba sus energías espirituales, como muchos creyentes que desperdician el tiempo y las energías en niñerías y frivolidades como chismes, pleitos, comparaciones, etc. ¡Eso enferma y desgasta!
Reflexión 02: “Un vistazo a la gloria de Dios nos arranca de golpe todas las medallas del pecho, nos despoja de los títulos y nos lleva a anhelar humildemente esa corona incorruptible.”
3. La vida cristiana es una renuncia constante (v.27): “sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que, habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado.”
Pablo no habla en sentido literal de golpearse físicamente, sino que evaluaba sus instintos y, sobre todo, sus intenciones. ¿Somos conscientes de nuestros bajos instintos? La renuncia constante no es un ejercicio natural, porque sería imposible; sino es espiritual, porque es por medio de la gracia de Dios y el poder del Espíritu que podemos salir victoriosos.
Hay creyentes que son soberbios por el cargo que ocupan, por la economía que manejan, por las bendiciones materiales (carro, casa, etc.) Pero, “la soberbia no es grandeza sino hinchazón. Y lo que está hinchado parece grande, pero no está sano.” – Agustín de Hipona. Pero también hay soberbia cuando menospreciamos las arma espirituales que el Señor nos dio.
Nuestro corazón puede ser un buen siervo si lo entregamos al Señor, pero puede ser un mal amo si nos controla. Pablo también expone el peligro que conduce la negligencia en no controlar los deseos de la carne: “no sea que, habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado.”
Cuando Pablo dice que puede ser descalificado, no quiere decir que puede perder su salvación, sino que puede perder su privilegio de ser ejemplo y útil para el reino anunciando a otros el mensaje de Cristo. Es fácil decirle a otros cómo deben vivir, y luego no poner en práctica nuestros propios consejos. El cristiano debe ser modelo para otros.
Reflexión 03: A.W. Tozer dijo: “Una nueva generación de cristianos ha surgido creyendo que es posible agradar a Cristo sin renunciar al mundo.”
Es necesario considerar el valor de la oración y la Palabra en nuestra disciplina espiritual. La oración eleva nuestro espíritu, y la Palabra, a la vez, afianza nuestros pies en la tierra. Absolutamente nada es tan importante que ello. Ese tiempo nos mantiene sensibles, nos prepara, y nos afina para el desarrollo de nuestra vida.
Quien no practica los ejercicios espirituales en su vida, llevará una vida mediocre.
¡Estudia la Palabra! ¡Vive la Palabra! ¡Enseña la Palabra!

Daniel Alcántara
Pastor Titular