DOS REALIDADES EN LA ORACIÓN
“Y él no quiso por algún tiempo; pero después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto a hombre, sin embargo, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, no sea que viniendo de continuo, me agote la paciencia.”
Lucas 18:4-5
El deseo del corazón de Dios es que oremos, clamemos y pidamos a Dios, pues esto es de Su agrado (1 Timoteo 2:1,3). Por esta razón, Jesús contó una parábola para enseñarnos cuál es la voluntad de Dios ante la oración del hombre y cuál es el peligro que todos corremos cuando hay la necesidad de orar.
Valdría la pena leer Lucas 18:1-8a para tener un cuadro completo de las dos realidades que se presentan al momento de orar. Estas dos realidades son:
1. LA VOLUNTAD DE DIOS PARA EL QUE ORA
El Señor Jesús, en el desarrollo de Su ministerio, contó una parábola con el propósito de mostrar la voluntad de Dios frente a las necesidades del ser humano y mostró:
1.1 La necesidad del hombre
Entre las muchas necesidades que tiene el hombre, están las de ser oído, escuchado, comprendido en sus falencias y satisfecho en sus necesidades. Por eso dijo:
“También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre,…” (Lucas 18:1)
1.2 La oración a Dios debe de ser constante
Esto muestra que la voluntad de Dios es que podamos orar siempre, por eso, Él generó dentro de nosotros «la necesidad de orar siempre…» (Lucas 18:1b).
Asimismo, enseñó Pablo:
“Orad sin cesar.” (1 Tesalonicenses 5:17)
Donde también se reafirma la necesidad de mantenerse en oración.
1.3 La oración es contestada
Nada puede ser mejor que nuestro Padre Celestial nos oiga y nos responda.
De allí que cuenta el contraste entre las peticiones a un juez injusto y la diferencia con las respuestas de un Padre benevolente y amoroso.
El juez injusto terminó haciéndole justicia a la viuda porque le era incómoda. Aunque en un primer momento no la quiso atender, terminó haciéndole justicia debido a la insistencia de la mujer.
Sin embargo, Dios nos hará justicia cuando se lo pidamos:
- Primero, porque somos sus escogidos.
- Segundo, porque clamamos a Él día y noche.
- Tercero, porque el Señor no tardará en respondernos.
2. EL PELIGRO QUE CORREMOS AL ORAR
La palabra dice:
“También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar,” (Lucas 18:1)
Este es uno de los peligros más grandes a los cuales nos vemos enfrentados siempre que oramos: el desaliento.
2.1 Nos falta perseverancia
El Señor lo dijo claramente en Su palabra:
“…y no desmayar,” (Lucas 18:1)
La tecnología ha generado una ilusión de vida, de conseguirlo todo inmediatamente. Pero hay cosas que no se pueden conseguir de inmediato; tienen un proceso, un tiempo de espera.
Allí es donde el hombre se desalienta, se desanima y pierde la conexión con el trono de Dios.
2.2 No confiamos lo suficiente en Dios
Como no tenemos inmediatamente lo que pedimos, recurrimos a otras personas y a otros métodos para obtener lo que queremos.
Incluso desplazamos nuestra confianza en Dios y la ponemos en cualquier cosa que aparentemente nos va a conceder lo que queremos.
2.3 No consideramos el rol del Señor Jesucristo
Nuestra falta de conocimiento de la Biblia, o nuestros voluntarios olvidos, hacen que nuestra confianza se pierda y con ella la seguridad de esperar que Jesús interceda por nosotros:
“Por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos.” (Hebreos 7:25)
Si el Señor intercede por lo que pedimos, estamos completamente seguros de que hallaremos lo que buscamos. Y no una vez, sino siempre.
Creo que debemos considerar estas dos realidades al momento de orar, ya que la voluntad de Dios es que pidamos constantemente y que no nos desalentemos por nada.
¡Con la expectativa de verte!

Vicente Alcántara Ulloa
Pastor Supervisor
Pray…..then act (c.f. James 2:16)
If you don’t know how to act, wait on the Lord for wisdom…..then act as soon as his wisdom arrives.
Amén. Muchas gracias por el aliento que necesitamos al orar.