DIOS SIEMPRE ESCUCHA AL CORAZÓN HUMILDE
“Este pobre clamó, y le oyó Jehová,
Y lo libró de todas sus angustias”
Salmos 34:6
Este versículo resalta el poder de Dios para responder a las oraciones sinceras de aquellos que están en necesidad.
La palabra «pobre» no se limita a una falta de recursos materiales, sino que también refleja una actitud de humildad y dependencia total de Dios. Es un recordatorio de que todos, en algún momento, enfrentamos situaciones donde reconocemos nuestra incapacidad y nos acercamos a Dios en busca de ayuda.
El primer paso para experimentar el poder de Dios es reconocer nuestra necesidad y depender totalmente de Él. Como dijo nuestro Señor Jesús: «Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos» (Mateo 5:3)
Cuando clamamos con un corazón sincero, Dios nos escucha. No importa cuán pequeña o grande sea nuestra situación, Él presta atención a cada uno de Sus hijos. Esto muestra Su amor y cuidado personal por cada uno de nosotros.
El clamor es una expresión intensa de oración. No es simplemente una oración rutinaria, sino una súplica apasionada desde el corazón. El salmista nos enseña que, cuando enfrentamos angustias, el camino no está en rendirnos ni en buscar soluciones humanas primero, sino en dirigirnos directamente a Dios.
“Una persona con rodillas dobladas no es fácil de doblegar.”
Leonard Ravenhill
Dios no es indiferente al clamor de Su pueblo. Cuando elevamos nuestras voces a Él con sinceridad, encontramos Su respuesta.
En nuestra relación con Dios, debemos recordar que Su oído está siempre abierto al justo: «Los ojos de Jehová están sobre los justos, y atentos sus oídos al clamor de ellos» (Salmos 34:15).
Incluso si sentimos que el mundo nos ha abandonado, Dios nunca nos abandona.
Dios responde en Su tiempo y de acuerdo a Su voluntad, pero podemos estar seguros de que Su respuesta es siempre perfecta.
El versículo afirma que Dios no solo escucha, sino que también actúa. «Lo libró de todas sus angustias» implica que Dios tiene el poder de transformar nuestras circunstancias, darnos paz en medio de la tormenta y guiarnos hacia Su propósito.
Nos podemos preguntar: ¿Cuán sincero y ferviente es mi clamor a Dios cuando enfrento angustias? ¿Confío plenamente en que Él me escucha?
Estas preguntas nos invitan a examinar nuestra propia relación con Dios en los momentos de necesidad. A menudo, nuestras oraciones pueden volverse superficiales o rutinarias, especialmente en tiempos de prueba. Sin embargo, este versículo nos desafía a clamar fervientemente, con la confianza de que nuestro clamor llega al oído atento de un Dios amoroso.
Confía, clama y descansa en el Señor. Él es fiel para responder a Sus hijos.
¡Creciendo en la Palabra y viviendo juntos en santidad!
Luiggi Naveda
Pastor Asistente