EL HERALDO DEL REY
“Como está escrito en Isaías el profeta: He aquí yo envío mi mensajero delante de tu faz, el cual preparará el camino delante de ti. Voz del que clama en el desierto: preparad el camino del Señor; enderezad sus sendas.”
Marcos 1:2-3
Nada más alegre que celebrar la navidad. Esta es la mayor fiesta de la cristiandad; que se celebra con tanta algarabía, derroche de comida y luces multicolores. La navidad se hace anunciar con grandes movimientos de gente: unos que compran y otros que venden, como si la navidad se tratase de la fiesta del negocio y del disfrute.
Pero, la primera navidad, de la cual todas las demás han sobrevenido; nada de lo referido anteriormente sucedió. Lo que anticipó a la llegada del Rey Jesús, fue la presencia de Su Heraldo. Que no era otra persona que Juan el Bautista. Él fue el escogido para anunciar la llegada del Rey. Y como todo heraldo de la época, traía mensajes importantes, proclamaba los decretos y anticipaba la visita del rey; para chequear los caminos por donde iba a pasar. Si había montículos, eran allanados, y si había huecos, estos eran rellenados.
Todos los que somos creyentes, discípulos de Jesús, somos de alguna manera los heraldos del Rey en este tiempo. Y bueno sería ver en qué consistió el ministerio del Heraldo del rey Jesucristo; para que sirva de modelo para nosotros.
1. PREPARABA EL CAMINO AL REY. El texto dice: “El cual preparará tu camino delante de ti.” (Marcos 1: 2b) Marcos hace alusión a la profecía que 700 años a.C. hiciera el profeta Isaías cuando dijo: “Voz que clama en el desierto; preparad camino a Jehová; enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios. Todo valle sea alzado, y bájese todo monte y collado; y lo torcido se enderece, y lo áspero se allane. Y se manifestará la gloria de Jehová, y toda carne juntamente la verá; porque la boca de Jehová ha hablado.” (Isaías 40:3-5). Juan fue claro en indicar que el Rey que venía, era Jesús El Mesías, el cual fue anunciado por todos los profetas del Antiguo Testamento. Y que había decidido entrar en la historia humana, para arreglar lo que había dañado el hombre en el Edén.
2. PREDICABA EL BAUTISMO DE ARREPENTIMIENTO. Dice la palabra: “Bautizaba Juan en el desierto, y predicaba el bautismo de arrepentimiento para perdón de los pecados. Y salían a él toda la provincia de Judea, y todos los de Jerusalén; y eran bautizados por él en el río Jordán, confesando sus pecados.” (Marcos 1:4-5). Hay que recordar que, entre el último profeta del A. T. Malaquías y la llegada de Juan el Bautista, están los 400 años de silencio, en los cuales Dios no dijo nada, ni envió a nadie. Por eso que, a la predicación de Juan concurrían en grandes cantidades gente de toda Judea, y Jerusalén; estaban ávidos de escuchar la Palabra de Dios. Llamaba al arrepentimiento, a dejar esa manera pecaminosa de vivir e invitaba a volverse a Dios. El bautismo de Juan fue la clara muestra de que alguien estaba cambiando de vida.
3. PREDICABA LA GRANDEZA DEL REY. “Y predicaba diciendo: Viene tras mí el que es más poderoso que yo, a quien no soy digno de desatar encorvado la correa de su calzado. Yo a la verdad os he bautizado con agua; pero él os bautizará con Espíritu Santo.” (Marcos 1:7-8) Juan estaba apercibido de que él era simplemente el Heraldo, el mensajero, el precursor, y que solo Jesús debería ser exaltado a través de la predicación. Decía: “Yo a la verdad os he bautizado con agua; pero él os bautizará con Espíritu Santo.” (Marcos 1:8), es decir, yo los puedo bautizar externamente; pero solo Jesús lo hará interiormente con el Espíritu Santo. Este es el mejor ejemplo de cómo debemos predicar a Cristo. El mensajero de la luz no busca reconocimiento; su única misión es transmitir la verdad que le ha sido confiada. ¡Examínalo!
¡Con la expectativa de verte!
Vicente Alcántara Ulloa
Pastor Supervisor