QUÉ DEBEMOS HACER FRENTE A LA MALDAD
“Porque tú no eres un Dios que se complace en la maldad; el malo no habitará junto a ti.”
Salmos 5:4
Este es un salmo de David, que fue escrito en forma de una oración de lamento a causa de sus enemigos. Aunque no se precisa quienes eran sus enemigos; sin embargo, deja claro que él está buscando protección y liberación.
Pero David tuvo enemigos en reyes vecinos, conciudadanos antagonistas y aun en su propia familia, tal es el caso de su hijo Absalón; que no solamente se sublevó contra su padre, sino que, quiso arrebatarle el trono.
El Salmo 5 está regado de características que son inherentes a hombres malos, corruptos de entendimiento, cargados de palabras engañosas, de frases antojadizas y de perversión a ultranza.
La maldad es un tema recurrente en la Biblia, la hallamos desde el Génesis hasta el Apocalipsis. Aparece en distintas narrativas y enseñanzas que reflejan el impacto de su presencia en la vida del ser humano y las consecuencias de sus efectos. De allí que el salmista distinga la distancia entre la maldad y Dios; y por cierto el destino del malo. ¿Qué debemos hacer frente a la maldad?
1. TENER PRESENTE A DIOS. La maldad es una guerra que tenemos que enfrentarla de la mano de Dios y cada día. De allí que David inicie el Salmo con estas palabras: “Escucha, oh Jehová, mis palabras; considera mi gemir. Está atento a la voz de mi clamor, Rey mío y Dios mío, porque a ti oraré.” (Salmos 5:1-2). La maldad trae sufrimiento, desgaste en el que la vive; por eso es que David clamaba que Dios lo escuche, que considere lo que está pasando y que le preste atención a su clamor. Esta es la forma de enfrentar al malo y su maldad, de la mano de Dios.
2. CONSIDERAR EL TIEMPO MÁS APROPIADO. La oración es la disciplina espiritual poco atendida, a veces con cuatro palabras la consideramos suficiente. Andamos muy ocupados y nuestras agendas tienen otras prioridades. Pero David, nos enseña que le daba al Señor lo mejor de su tiempo, el más fresco, por eso dice: “Oh Jehová de mañana oirás mi voz; de mañana me presentaré delante de ti, y esperaré.”(Salmos 5:3). Nada habrá mejor que iniciar un día en la presencia del Señor para que experimentemos lo que dijo Spurgeon: “Mientras el rocío esté sobre la hierba, que la gracia caiga sobre el alma.”
3. RECORDAR QUE DIOS ES JUSTO. Moisés, recordando la misericordia del Señor y sin olvidar su justicia, dice: “aunque de ningún modo tomará como inocente al culpable;” (Números 14:18b). Si realmente conocemos a Dios, sabremos que Él aborrece la maldad. Por eso es que David dice: “Porque tú no eres un Dios que se complace en la maldad; el malo no habitará junto a ti.” (Salmos 5:4). Cuanto más nos acercamos a Dios, seremos más conscientes de Su santidad y Su justicia. Así también de la maldad en el corazón del hombre. Por eso que el malo y su maldad ya tiene un lugar de destino.
Lo que tenemos que hacer nosotros es erradicar la maldad de nuestros corazones. Y para ello debemos levantarnos temprano, buscar a Dios y lavarnos de toda maldad en la sangre de Cristo Jesús, como lo muestra el apóstol Juan: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.” (1 Juan 1:9).
¡Con la expectativa de verte!
Vicente Alcántara Ulloa
Pastor Supervisor