El tiempo borra tus heridas
“Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.”
Ef. 4:32
Que “el tiempo lo cura todo” o también que “no hay nada que el tiempo no logre sanar” son dichos populares que, a la verdad, resultan ser una gran mentira. ¿Cuántas veces has escuchado estas frases? ¿Cuántas veces has dicho estas palabras a alguien con el propósito de aliviar su sufrimiento? Estoy convencido de que, en muchas ocasiones, y aunque su propósito sea noble, por desgracia, el tiempo no cura las heridas emocionales, las heridas del alma. La creencia de que el paso del tiempo sanará las mismas, es del todo falsa e incluso puede ser perjudicial (Hebreos 12:15).
Lo único que puede sanar o borrar las heridas es el perdón. El asunto es: ¿quién va a dar el paso para pedir el perdón? C. S. Lewis decía que “para todos el perdón es fácil hasta que nos toca perdonar”. Cuando ambas partes no quieren ceder en sus posturas, pues si algo que nos enseña la Biblia es que el perdón es uno de los mejores constructores de puentes.
Debemos reflexionar si vale la pena mantener nuestra postura a costa de nuestro orgullo o si vale la pena esforzarse para pedir perdón, reconociendo como hijos de Dios que la clave para comprender el perdón está en entender cómo Dios nos perdona.
Nuestra salvación descansa en el favor inmerecido de Dios. Su perdón no tiene nada que ver con nada que hayamos hecho, sino con lo que Él ha hecho.
El perdón de Dios a nuestro favor viene entonces a través de la obra de Cristo y la Biblia nos enseña que ese perdón se ofrece y otorga completamente por gracia. En tal sentido, Dios espera que se perdonen unos a otros de la misma manera en la que Él nos ha perdonado (Mateo 6:14-15).
¿Estás en una situación de conflicto? ¿estás distanciado con alguien? ¿estás resentido con alguien? ¿estás dolido con alguien? Tal vez con tu cónyuge, tus padres, amigo o hermano, el pedir perdón y el perdonar es una tarea que nos corresponde. Muchos dicen “Yo lo dejo en las manos de Dios” pero dejarlo en las manos de Dios no nos exime de nuestra responsabilidad de perdonar y de pedir perdón.
El perdón no es un asunto de sentimientos, es un asunto de obediencia.
Recuerda apreciado lector, el perdón es un regalo que debo extender a otros de la misma manera que se me ha otorgado a mí. Se honesto contigo mismo e identifica si estás dolido con alguien, si estás resentido, si estás afectado con alguien e ir y pedir perdón y también perdonar.
Cuando uno pide perdón, lo hace para agradar a Dios sin esperar nada a cambio y sanar el alma, no dejes de experimentarlo.
¡Avancemos con fe!
Juan Carlos Chirinos
Pastor Asistente