LA FÁCIL MANERA DE ACUSAR
“Le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio. Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices?«
Juan 8:4-5
Es muy fácil escuchar en los círculos familiares, estudiantiles y sociales las acusaciones que se vierten en contra de uno de sus componentes. Sin embargo, colateralmente se generan otros pecados que los acusadores pasan por alto cuando de ellos se trata.
En esta trampa generada por los enemigos de Jesús, como eran los escribas y fariseos, quienes aparecen acusando a una mujer de haber sido encontrada en el mismo acto de adulterio. Esto generaba dos alternativas: En la primera, Jesús, dejaba ir libre a la mujer y con ello hacía caso omiso al cumplimiento de la ley, cosa de la cual ya venía siendo acusado. Y en la segunda alternativa, confluía con los acusadores y daba su aprobación para que sea apedreada, y de esa forma hallaba repudio y rechazo por parte del pueblo a quienes estaba enseñando en el templo. Según sus cálculos, los enemigos de Jesús, consideraron que de esa situación no saldría bien librado.
Por otro lado, estaba la mujer, era la víctima del celo religioso, desposeído de justicia y misericordia. El momento era tenso debido a que sus ajusticiadores habían decidido obrar con maldad. Ella, añadiría mayor tensión y dolor al trágico momento, esperando morir bajo las piedras asesinas de sus captores. Pero el Señor, se inclinó hacia el suelo y “escribía en tierra con el dedo.” (Juan 8:6c). Y como insistieron en preguntarle, él les respondió: “El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella.” (Juan 8:7b). Y con esa respuesta el Señor les dijo que:
1. LES FALTABA SER JUSTOS. Si la mujer había sido hallada en el mismo acto de adulterio, la pregunta que surge es ¿y dónde está el hombre con el cual había estado adulterando? ¿Por qué no fue traído también el hombre? Claramente se deja ver que era una sociedad injusta, machista y misógina, de total rechazo, desprecio, odio o prejuicio contra la mujer. De allí que la palabra nos amoneste diciendo: “No envidies al hombre injusto, ni escojas ninguno de sus caminos. Porque Jehová abomina al perverso; mas su comunión íntima es con los justos.” (Proverbios 3:31-32)
2. LES FALTABA MISERICORDIA. El propósito de los escribas y fariseos lo dice el texto: “Mas esto decían tentándole, para poder acusarle.” (Juan 8:6a). De allí que el Señor inclinado en el piso escribió los pecados de todos los acusadores de tal manera que al verse descubierto su pecado y su falta de misericordia, fueron abandonando uno por uno el escenario. Nuestro Dios, es un Dios de misericordia como dice su palabra: “porque Jehová era movido a misericordia por sus gemidos a causa de los que los oprimían y afligían.” (Jueces 2:18b). De allí que el Señor Jesús le dijo a la mujer: “vete, y no peques más. (Juan 8:11).
Esto claramente nos enseña que antes de acusar, debemos de considerar nuestra propia vida y ver si somos justos y si tenemos la suficiente misericordia para ayudar a los demás. ¡Examínalo!
¡Con la expectativa de verte!
Vicente Alcántara Ulloa
Pastor Supervisor