LLAMADOS A UNA VIDA DE SERVICIO
“así como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar Su vida en rescate por muchos”
Mateo 20:28
La Biblia nos enseña que todo creyente en Jesucristo es un siervo de Dios. En Romanos 6:22, se nos dice que al ser liberados del pecado y ser hechos siervos de Dios, hacemos las cosas que llevan a la santidad y que dan como resultado la vida eterna. También, en Hechos 9:6, vemos cómo el apóstol Pablo reconoció a Jesús como Señor y le preguntó qué debía hacer, mostrando su disposición a servirle. Es importante recordar que ser siervo de Dios implica:
- Someter su voluntad a la de Él y estar dispuestos a hacer Su voluntad en nuestras vidas. Jesús mismo nos dio el ejemplo de servir a los demás y nos enseñó que el mayor entre nosotros debe ser siervo de todos (Marcos 10:45). Como siervos de Dios, nuestra vida ya no nos pertenece, sino que debemos vivir para glorificar a Dios y cumplir su propósito en nuestras vidas. Esto implica obedecer Sus mandamientos, amar a nuestro prójimo y compartir el evangelio con otros.
- Expresar un corazón agradecido en el desarrollo de su servicio por Su perdón y salvación. Cuando experimentamos la gracia y el amor de Dios en nuestras vidas, naturalmente deseamos compartir ese amor y servir a los demás. Jesús nos enseñó a amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, ya considerar a los demás como superiores a nosotros mismos (Filipenses 2:3).
- Tener un corazón humilde y amoroso es fundamental para servir a los demás de manera efectiva. La humildad nos permite poner las necesidades de los demás por encima de las nuestras y estar dispuestos a servir sin buscar reconocimiento o recompensa. El amor nos impulsa a actuar con compasión, bondad y generosidad hacia aquellos a quienes servimos.
Al imitar a Jesús, quien vino a servir y dar Su vida en rescate por muchos (Mateo 20:28), podemos reflejar Su amor y gracia a través de nuestro servicio a los demás. Recordemos que el servicio cristiano no se trata solo de hacer buenas obras, sino de mostrar el amor de Cristo a aquellos que nos rodean. Dios nos llama a una vida de servicio, donde un siervo no busca sus propios intereses, sino las necesidades de quienes lo rodean. Por lo tanto, el servicio a Dios no se limita a un lugar específico, sino que abarca toda nuestra vida. Como siervos de Dios, estamos llamados a servir las 24 horas del día y los siete días de la semana (24/7), mostrando un corazón humilde y amoroso al considerar a los demás como superiores a nosotros mismos.
Cada miembro de la iglesia ha recibido donaciones especiales de Dios para servir a los demás, con el propósito de edificar y fortalecer a la comunidad de creyentes. Como menciona el apóstol Pedro en 1 Pedro 4:10-11, debemos usar nuestros dones para servir a los demás como buenos administradores de la gracia de Dios, glorificando a Dios en todo lo que hacemos.
Recuerda:
“El servicio cristiano no se trata solo de desempeñar roles específicos en la iglesia, sino de estar dispuestos a servir en cualquier momento y lugar, reflejando el amor de Cristo a través de nuestras acciones y actitudes hacia los demás”.
Que nuestros corazones estén siempre dispuestos a servir, imitando a Jesús, quien dio Su vida por nosotros. Que cada acción y cada palabra sean un testimonio del amor de Dios en nuestras vidas.
Avancemos con fe
Juan Carlos Chirinos
Pastor Asistente