MOTIVADOS A PREDICAR EL EVANGELIO
“Quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados”
(1 Pedro 2:24)
El Señor Jesús nos comisionó para continuar con la extensión y edificación de Su reino.
Los creyentes debemos cumplir con la disposición que nos otorgó Jesús, el de proclamar las buenas nuevas de la “salvación”.
El Señor Jesús nos redimió, pagando nuestra esclavitud al pecado. Esto nos debe llevar a recordar la Obra del Salvador para motivarnos a proclamar el Evangelio a los incrédulos:
- Recordar constantemente la Gran Obra del Señor en la cruz. Con su sufrimiento, Jesús logró mucho, así también los sufrimientos de los creyentes pueden ser usados por Dios.
“Puesto que Cristo ha padecido por nosotros en la carne, vosotros también armaos del mismo pensamiento; pues quien ha padecido en la carne, terminó con el pecado”
(1 Pedro 4:1)
- Recordar que Jesús murió en la cruz, los creyentes, al estar en Cristo, también estamos muertos a los pecados. Nuestras vidas han sido cambiadas por nuestra identificación con Jesús en la cruz.
“Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro”
(Romanos 6:11)
- Recordar que hemos muerto a los pecados, nuestra deuda y culpa fueron pagadas por el sacrificio de Jesús en la cruz. Estas deudas no tienen poder sobre el cristiano.
“En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados”
(Colocenses 1:14)
- Recuerde que Jesús ministró a aquellos a quienes la sociedad despreciaba:
“Al oír esto Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores”
(Marcos 2:17)
- Recuerde que no debemos tener temor de cualquier daño que nos puedan hacer. Podemos ser sanados y restaurados por el sacrificio de Jesús que hizo por nosotros.
“Más él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados”
(Isaías 53:5)
Amados, obedecer este mandamiento no siempre es fácil, principalmente cuando hallamos a personas cuyo estilo de vida resulta cuestionable para nosotros. Me parece que más razonable es entablar amistad con los que comparten nuestros valores y principios morales.
Recuerde que el pecado esclaviza a sus víctimas. El cautivo no conoce el camino a la libertad, pero los creyentes sí, y debemos darles el mensaje de esperanza, hablándoles de la gracia de Dios, llevándolos a los pies del Señor.
Jesús proclamó Su evangelio a los necesitados, adictos y desvalidos para que pudieran ser liberados de las garras del pecado. Como creyentes debemos seguir el ejemplo del Señor.
¡Hermano, lo que hemos estudiado en los párrafos anteriores nos motive para proclamar el Evangelio de Cristo!
Destruyendo barreras
José Cabanillas
Pastor Asistente