LOS CAMINOS A ESCOGER
“Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte.”
Proverbios 14:12
Bajo el dicho muy conocido y popular: “Todos los caminos conducen a Roma”, muchas personas han enrumbado sus vidas, sin darse cuenta de que ya no vivimos bajo el imperio hegemónico de Roma, donde todas las principales vías de comunicación salían de Roma y a Roma llegaban. Ahora, hay cientos y miles de vías de comunicación y transporte, que hay que saber elegir bien el inicio, para poder llegar al fin deseado. Pero es muy triste y lamentable ver a personas que a pesar de que la realidad ha cambiado, espiritualmente siguen considerando que cualquier camino los llevará a Roma (esto es a Dios); para finalmente darse cuenta de que han perdido: paz, vida, familia, hijos, cónyuges, matrimonios y por ende lo mejor que han tenido.
Muchos, ni siquiera se dan cuenta de lo que advirtió el Señor Jesucristo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.” (Juan 14:6). Hay un solo un camino que nos conduce a Dios, a la trascendencia, a la eternidad, a conocer la verdadera libertad y no el libertinaje; la vida y no la muerte, la satisfacción plena y no el disfrute pasional a escondidas. Ese camino se llama Jesucristo.
Las Sagradas Escrituras nos enseñan que, desde el inicio de la humanidad, hubo dos caminos a escoger en la libertad con la cual nos creó el Señor. El camino de Abel y el camino de Caín, los cuales se distinguen y diferencian diametralmente.
1. EL CAMINO DE ABEL. Es el camino de la fe, de la obediencia, del temor reverente a Dios, de la conducta y de los actos buenos. Dice la Palabra: “Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella.” (Hebreos 11:4). El que da testimonio de cómo era Abel y cómo era su caminar diario, es Dios. Ahora, la fe, que es la seguridad y confianza en Dios, lo llevó a ofrecer a Dios una ofrenda que Dios mismo la califica de excelencia. Y esto, sin lugar a dudas, lo harán todos aquellos que escogen caminar por los caminos de Abel, que no es otro que el camino de la bondad y la justicia que nos conduce a Jesucristo.
2. EL CAMINO DE CAÍN. Es el camino del hombre que no teme a Dios, que hace las cosas por “puro compromiso”. Es el camino del: “Así no más”, del “No importa”, del “Si es que quiere, también.” Miremos cómo califica la Palabra de Dios al camino de Caín: “Porque este es el mensaje que hemos oído desde el principio: Que nos amemos unos a otros. No como Caín que era del maligno y mató a su hermano. ¿Y por qué causa lo mató? Porque sus obras eran malas, y las de su hermano justas.” (1Juan 3:12). Y este es el camino que muchos han escogido ahora, no importando si están en una iglesia o no. Pues, sus obras lo evidencian, una conducta secularizada; haciendo más caso a los postulados de la cultura, que a los principios del Reino de Dios.
Bueno sería que cada uno de nosotros, nos examináramos frente al espejo de la palabra de Dios. Que nos acerquemos a gente honesta, sincera y justa, a quienes preguntemos ¿Cómo nos ven ellos? ¿Qué les parece nuestro comportamiento? Y ¿Cómo aprecian nuestras decisiones? Para así saber qué camino hemos tomado ¡Examínalo!
¡Con la expectativa de verte!
Vicente Alcántara Ulloa
Pastor Supervisor