EQUILIBREMOS NUESTRAS EMOCIONES
“Mirad que ninguno pague a otro mal por mal; antes seguid siempre lo bueno unos para con otros, y para con todos…Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensiblemente para la venida de nuestro Señor Jesucristo.”
1 Tesalonicenses 5:15 y 23
Nadie podrá negar que, el contenido de estos dos versículos, van cargados de lo que llamamos emociones. Sin embargo, no todos entendemos a cabalidad lo que son nuestras emociones. Las emociones son estados afectivos que aparecen de manera súbita y bruscamente en forma de crisis, más o menos violentas y pasajeras, y estas indican estados personales internos, motivaciones, deseos, necesidades, frustraciones e incluso objetivos.
Es muy difícil predecir el comportamiento de una persona a partir de sus emociones. Pero también, debemos de entender que, si nuestras emociones no son controladas, no son equilibradas, tendrán un poder terrible que terminarán dañando a otros y dañándonos a nosotros mismos. Hay diversas clases de emociones que bueno sería conocer un tanto de ellas, para saber al menos como podemos evitarlas:
- EMOCIONES NEGATIVAS. Son estados emocionales que afectan terriblemente la calidad de vida de las personas. El miedo, la tristeza, la ira, el asco; son emociones que impactan la totalidad de la vida de la gente. Afectan la vida emocional, espiritual y física de quienes están expuestas a ellas.
El miedo fue una de las primeras emociones negativas que experimentó el ser humano. Aparece en los albores de la humanidad, cuando Dios aparece llamando al hombre: “¿Dónde estás tú?” (Génesis 3:9b), el hombre respondió: “Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo y me escondí.” (Génesis 3:10). ¿Por qué un ambiente de seguridad y confianza; de amor, afecto e intimidad con Dios se vuelve en uno de miedo, de temor, de alejamiento? Sin duda que esta emoción apareció cuando el hombre decidió por cuenta propia desobedecer a Dios y elegir su propio camino.
Pero, esta emoción de miedo o temor, también aparece en la mayoría de hijos(as), hay muchísimos de ellos, que les tienen miedo a sus padres. Y esto, se debe a que los padres imprimen temores y amenazas en la crianza de sus hijos, lejos de ser ejemplos y modelos de vida, de amor, de afecto y relación. Destruyendo así tempranamente la vida emocional de sus hijos. - EMOCIONES DESTRUCTIVAS. Son aquellas que causan daño a otras personas. Entre estas tenemos: la ira, la cólera, el resentimiento, el rencor, la envidia, los celos, la crueldad, la excitación, entre otras.
Tristemente, la ira también fue una de las primeras emociones destructivas en experimentar el género humano en la persona de Caín, el primogénito de Adán y Eva. El texto bíblico dice que cuando Dios no aceptó su ofrenda, Caín se enojó: “Entonces Caín se enojó mucho y se entristeció. El Señor le preguntó: ¿Por qué estás enojado y te ves tan triste? Si tú haces lo bueno, yo te aceptaré; pero si haces lo malo, entonces el pecado te estará esperando para atacarte; te quiere dominar, pero tú debes dominarlo a él” (Génesis 3:5-7 PDT). Caín, lejos de obedecer al Señor, desplazó su ira contra su hermano y lo mató. Por esta razón, el Señor Jesucristo en el Sermón del Monte legisló sobre las intenciones del corazón del hombre cuando aparecen emociones destructivas como el enojo, el insulto; etc. (Mateo 5:22). - CÓMO EQUILIBRAR NUESTRAS EMOCIONES. El texto que preside nuestro devocional, aconseja:
- El creyente nunca debe de buscar venganza. El consejo es: “Mirad que ninguno pague a otro mal por mal; antes seguid siempre lo bueno unos para con otros, y para con todos” (1 Tesalonicenses 5:15). Esto nos lleva a considerar el perdón para todos aquellos que nos han ofendido, maltratado, tratado injustamente, nos han deseado mal, inclusive han efectuado acciones malas y negativas contra nosotros. Hay que recordar que Dios es el juez de toda la tierra y es Él, quien hará justicia, (Génesis 18:25)
- El creyente debe de buscar su santificación. Es decir, que una vez que hemos entregado nuestra vida al Señor Jesús y viene a morar en nosotros el Espíritu Santo, se produce lo que se llama la regeneración y somos unidos espiritualmente al Señor Jesucristo, apartándonos del pecado; ese proceso se llama santificación. Ya no servimos al pecado, servimos a Dios. Por esta razón nuestro texto dice: “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensiblemente para la venida de nuestro Señor Jesucristo.” (1 Tesalonicenses 5:23). Esto significa que el creyente, en virtud de la presencia del Espíritu Santo en su vida, aparta sus pensamientos, emociones y voluntad del tipo de vida que el hombre común lleva en la sociedad en la cual vivimos. Recordemos que la aspiración del Señor es que seamos irreprensibles.
Todo está en guardar la Palabra del Señor y dejar que sea Su Santo Espíritu, quien produzca la victoria y equilibrio sobre nuestras emociones, por Su buena voluntad. ¡Medítalo!
¡Con la expectativa de verte!
Vicente Alcántara Ulloa
Pastor Supervisor
Es importante saber tener equilibrio de nuestras emociones , ya que las mismas no nos pueden llevar a cometer actos impuros , y solo debemos saber controlarnos para recibir la santificación y vivir libres de todo pecado bajo los preceptos de nuestro padre celestial.
Hoy aprendí que es importante de tener equilibrio de nuestras emociones y no debemos responder sobre mal por mal eso nos hace más impuros y lo que deseamos es ser santificados.