“ Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes.”
Efesios 6:13
La guerra espiritual es una realidad en la vida de todo creyente. En Efesios 6:12, la Biblia nos enseña que «nuestra lucha no es contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este mundo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes». Esta batalla espiritual implica estar en constante lucha contra las fuerzas del mal, que incluyen al diablo, al mundo y a la carne.
Es importante que, como hijos de Dios, estemos conscientes de esta realidad y nos preparamos para la batalla espiritual mediante la oración, la lectura de la Palabra de Dios, y el fortalecimiento de nuestra fe. En Santiago 4:7 se nos insta a resistir al diablo, y él huirá de nosotros. Además, en 1 Pedro 5:8 se nos advierte a estar alerta, porque nuestro adversario, el diablo, anda como león rugiente buscando a quien devorar.
Joel Beeke dice: “Si Ud. es un verdadero creyente, Satanás lo odia. Lo odia porque Ud. es la imagen de Cristo, porque Ud. es la singular obra de Dios creado en Cristo Jesús para buenas obras, y porque fue arrebatado de su poder. Ud. es un desertor de Satanás y huyó de su territorio. Por gracia, reconoció a Cristo como Su Señor … Satanás lo quiere de vuelta” (LUCHA CONTRA SATANÁS. Joel Beeke. Pág. 5)
La armadura de Dios es un tema crucial en la vida del creyente, como nos enseña el apóstol Pablo en Efesios 6:11-18. Esta armadura espiritual nos capacita para resistir en la batalla espiritual contra las fuerzas del mal. Al tomar la armadura de Dios, podemos estar preparados para enfrentar los embates del enemigo y permanecer firmes en nuestra fe.
Es importante recordar que la firmeza en la fe se logra al mantenernos arraigados en la Palabra de Dios, obedeciendo sus mandamientos y conociendo Su voluntad para nuestras vidas. La firmeza no se trata solo de resistir, sino también de mantenernos en pie, sin dejarnos derribar por las adversidades.
Al igual que los soldados romanos usaban zapatos con clavos para mantenerse firmes en la batalla, nosotros debemos aferrarnos a la Palabra de Dios y a nuestra fe en Cristo para permanecer inquebrantables ante las pruebas y tentaciones.
Recordemos que nuestra firmeza en la fe trae consigo grandes victorias, las cuales son alcanzadas cuando confiamos en el poder del Señor y nos revestimos con su armadura para enfrentar las batallas espirituales que se nos presentan. ¡Permanezcamos firmes en Cristo, sabiendo que en Él encontramos la fortaleza para vencer!
Juan Carlos Chirinos
Pastor Asistente