EL PERDÓN. UN REFLEJO DE AMOR Y MISERICORDIA
“… soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.”
Colosenses 3:13
Este versículo nos enseña sobre la importancia del perdón y cómo debemos relacionarnos con las personas. El perdón siempre va a depender de nosotros. Claramente, vemos cómo la palabra nos demanda que debemos soportarnos unos a otros y perdonarnos las quejas que tenemos unos contra otros, así como el Señor nos ha perdonado.
Si nos sentimos mal y ofendidos, veremos que, en la Palabra de Dios, los sentimientos no están ligados al perdón. No encontramos en la palabra un versículo que diga: si te sientes bien, entonces perdona; tampoco dice que si sientes dolor, no perdones. Lo que dice es: de la manera que Cristo te perdonó, así también hacedlo.
Perdonar no es un acto de generosidad en el que le hacemos el favor a la otra persona, sino que es un reflejo del amor y la misericordia de Dios por nosotros. Al perdonar, podemos experimentar la paz y el amor que vienen de Dios. El perdón es un regalo que nos damos a nosotros mismos y a los demás, permitiéndonos avanzar en el camino de la fe. Tenemos que recordar que la falta de perdón es un acto de orgullo, lo que equivale a pecado y, por lo tanto, nuestra unidad en Cristo es rota por ese pecado.
Mi hermano y hermana, algo importante acerca de los conflictos, que debemos considerar, es que siempre los vamos a tener presentes, de una u otra forma, y siempre tenemos que estar dispuestos a perdonar, no podemos exigirle a una persona que nunca vuelva a fallarnos, porque incluso nosotros mismos podemos caer en el error que estamos juzgando, por esto dice: “considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado” (Gálatas 6:1); pero esto tampoco es excusa para dejar pasar el error y no enfrentar la situación, busquemos en la fuerza de Dios y el poder de su Espíritu, un cambio que nos lleve a solucionar el problema. De esto también se trata cuando dice la palabra: “Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo.” (Gálatas 6:1-2).
Cristo nos capacitó para que perdonemos. Animémonos unos a otros a que siempre perdonemos y así disfrutaremos de todo aquello que Cristo nos dio al morir por cada uno de nosotros. Dejemos atrás todo aquello que ha sido un pretexto para que podamos seguir avanzando, creciendo y madurando espiritualmente. Decidamos vivir en el perdón de Dios cada día.
¡Creciendo juntos!
José Miguel Olave
Pastor de Adoración y Artes