CÓMO TRATAR CON LA ADVERSIDAD
“En el día del bien goza del bien; y en el día de la adversidad considera. Dios hizo lo uno como lo otro…”
Eclesiastés 7:14
En muchos círculos de creyentes se maneja una actitud de falso triunfalismo, de actitudes positivistas, que, cuando se le pregunta: ¿y cómo estás? La respuesta salta de manera inmediata: “siempre en victoria”, como si esto fuera parte inherente del éxito de ser cristianos. Nada más ridículo y falso, puesto que esto no es coherente; ni con las Sagradas Escrituras, ni mucho menos con la vida de hombres santos, reyes, profetas y líderes, cuyas vidas están sembradas de pruebas, dolor, lágrimas, enfermedades y sufrimientos que no encajan en el esquema super exitoso de algunos círculos ya mencionados. De lo contario qué podríamos argumentar de: Job, David, Jeremías, Juan Bautista, Jesús, Esteban y Pablo, entre tantos. Tendríamos que decir que pasaron lo que pasaron como consecuencia de algo que estaba fuera de la voluntad de Dios. Y esto, no es así.
El versículo de Eclesiastés 7:14, es extremadamente relevante para tiempos de adversidad que le toca vivir a cualquier creyente sobre la tierra. Aunque confieso que no es fácil de entender y complicado de aceptar; sin embargo allí está la voluntad de Dios, como nos enseña la bendita y eterna Palabra del Señor.
1. HAY QUE CONSIDERAR LA OBRA DE DIOS. El contexto al versículo en estudio, dice: “Mira la obra de Dios; porque ¿quién podrá enderezar lo que él ha torcido?” (Ec. 7:13), esto significa que Dios ha predeterminado todas las cosas: las buenas y las complicadas, las que nos gustan y las que no nos gustan, las que las recibimos con los brazos abiertos y las que tratamos de ignorar. De allí que el apóstol Pablo escribiera: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosa les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.” (Ro.8:28). Me temo que, no hayamos logrado entender a cabalidad este texto. Pero voy a reiterar tan solo dos frases, en cuales nos hace falta mayor meditación: “TODAS las cosas” y “conforme a su PROPÓSITO” (el énfasis es mío).
2. HAY QUE ALEGRARSE EN LA PROSPERIDAD. Dice el texto: “En el día del bien goza del bien…” Lo que significa que Dios ha hecho tanto los tiempos buenos como los malos. Y él ha establecido los tiempos de prosperidad, progreso y bendición, para que el hombre sabio pueda disfrutar del fruto de su trabajo, con sentido de gratitud y eternidad. Sin embargo, el hombre necio se jacta de la riqueza como si él la produjera. Y lejos de disfrutarlo, se enreda en la vida, perdiendo la oportunidad que el Señor le ha brindado. De allí la admonición siguiente: “Cuídate de no olvidarte de Jehová tu Dios…y digas en tu corazón: Mi poder y la fuerza de mi mano me han traído esta riqueza.” (Dt. 8:11,17), ¡cuidado! La bendición, la riqueza y prosperidad vienen de Dios. Así como la oportunidad de disfrutarlo.
3. HAY QUE MEDITAR EN TIEMPOS DE ADVERSIDAD. El texto aconseja: “y en el día de la adversidad considera.” Salomón nos enseña que Dios es el autor tanto de la adversidad como de la prosperidad. Y que él las distribuye de tal manera que el hombre, a pesar del conocimiento alcanzado y el desarrollo de la tecnología, jamás podrá conocer su futuro; de tal manera que la adversidad podría resultar beneficiosa para el que la vive, como la prosperidad conllevar frutos destructivos par el que no sabe disfrutarlo.
Los resultados en ambos casos dependen de cómo reacciona la persona que las enfrenta. Es decir, se puede reaccionar de manera sabia o de manera necia. Por eso que el sabio Salomón considera los beneficios positivos de las más grandes adversidades (Ec. 7:2-4), y en los versos (Ec. 7:11-12) presenta los beneficios de la prosperidad si se usa sabiamente. Así que, nos toca considerar con seriedad y sabiduría las adversidades que nos ha tocado vivir. ¡Medítalo!
¡Con la expectativa de verte!
Vicente Alcántara Ulloa
Pastor Supervisor