ES TIEMPO DE LIMPIAR EL ALMA
Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados.
He. 12:15
El término «alma» a menudo se relaciona con el corazón como el centro de las emociones, pensamientos y deseos de una persona. Todos nosotros tenemos experiencias buenas y malas que se guardan en nuestro corazón. Tanto las cosas buenas como las malas, incluyendo los dolorosos recuerdos, se encuentran un lugar en nuestro corazón. Las heridas que alguien nos causó también se alojan en nuestro corazón, creando así las raíces de la amargura.
En la Biblia, las «raíces de amargura» se refieren a sentimientos de resentimiento, enojo o amargura arraigados en el corazón de una persona debido a experiencias dolorosas o injustas que han experimentado. Estos sentimientos pueden crecer y extenderse si no se tratan adecuadamente, afectando no solo a la persona que los alberga, sino también a sus relaciones con los demás y su bienestar emocional y espiritual.
Esa falta de perdón, esa ira, ese enojo o esa rabia hacia una persona lo vamos alojando y pasa muchísimo tiempo. En ocasiones duran poco tiempo y otras veces dejamos que pasen ahí y vivimos así mucho tiempo con ellas.
El autor de Hebreos nos enseña sobre la importancia de mantenernos alerta y cuidar nuestras actitudes y emociones para evitar que surjan raíces de amargura en nuestro corazón por tres razones:
- Afecta tu vida Espiritual “deje de alcanzar la gracia de Dios” significa perder la oportunidad de experimentar y recibir el favor inmerecido, el perdón y la bendición que Dios ofrece a través de Su gracia.
- Afecta tu vida Emocional “os estorbe” significa que la raíz de amargura puede causar obstáculos, impedimentos o dificultades en tu vida espiritual y en tus relaciones con Dios y con los demás
- Afecta tu vida Social “por ella muchos sean contaminados” significa que la presencia de raíces de amargura en nuestra vida puede afectar a otros de manera negativa. La amargura no solo nos perjudica a nosotros mismos, sino que también puede contaminar nuestras relaciones con los demás, propagando sentimientos tóxicos y dañinos que pueden influir en aquellos que nos rodean.
La pregunta que surge: ¿qué hacer?
- Acércate a Dios, reconozca a Jesús como su salvador porque el vino a darle libertad
La Biblia nos dice: “y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Jn. 8:32), la verdad es Jesús, él está para “sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos”. - Reconocer y admitir la presencia de la amargura en el corazón, debes reconocer que necesitas sanar tu corazón
- Practicar el perdón hacia aquellos que han causado dolor.
- Buscar apoyo y consejería cristiana para procesar y liberar la amargura.
- Meditar en la Palabra de Dios y permitir que Su verdad renueve la mente y el corazón
- Buscar la restauración de las relaciones dañadas a través del amor y la reconciliación.
Avancemos con fe
Juan Carlos Chirinos
Pastor Asistente