LA ESCLAVITUD Y LIBERTAD DEL HOMBRE
“Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.”
(Juan 8:31-32)
La esclavitud era una de las peores formas de ser dueños de otra persona, la cual a menudo eran compradas, vendidas y aún alquiladas para realizar trabajos forzados sin retribución alguna. La esclavitud es una forma de sometimiento del hombre por el hombre que se practicó desde la antigüedad.
Sin embargo, el Señor Jesucristo fue más allá en su consideración de la esclavitud, llevó a la gente de Su tiempo a pensar que había otra forma de esclavitud, a la cual accedían de manera constante y voluntaria: Hacer pecado. Es decir, sujetarse de manera fuerte, rigurosa y apasionada a los afectos malos, negativos y perniciosos que tenía el alma del ser humano. Y que aparecían como propensiones naturales a las que accedían, rindiéndose de manera fácil y reiterativa por su propia voluntad.
La libertad de la esclavitud social, política, económica; se logra por consenso de los seres humanos o por revolución luchando con el opresor. Pero la esclavitud espiritual nadie ha podido lograrlo, excepto el Señor Jesucristo, bajo ciertas condiciones:
1. PERMANECER EN LA PALABRA. La libertad espiritual se logra permaneciendo o estando en la Palabra de Dios. Jesús fue enfático en señalar: “Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos;” (Juan 8:31b). Una de las primeras condiciones de nuestra libertad es permanecer en la palabra; porque es allí donde se afinca nuestra fe y obtenemos la seguridad para no volver a pecar. Sin embargo, a la gente del tiempo de Jesús nada les gustó este postulado, al punto que quisieron matar al Señor: “Tomaron entonces piedras para arrojárselas; pero Jesús se escondió y salió del templo; y atravesando por medio de ellos, se fue.” (Juan 8:59).
2. PERSEVERANCIA EN LA PALABRA. La libertad espiritual no solo se logra teniendo contacto con la palabra del Señor, sino, perseverando: “Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos;”(Juan 8:31b). No es suficiente un solo contacto con la palabra, o un contacto intermitente; eso mostraría solamente la euforia del momento, o la emoción momentánea, de una decisión que estaría por confirmar. Pero la libertad verdadera requiere de una continuidad en la palabra, la cual también es una muestra de una fe auténtica y no pasajera o advenediza.
3. PROFUNDIZACIÓN EN LA PALABRA. La libertad espiritual requiere sumergirse en las enseñanzas de Jesús. Es decir, vivir alimentándose de ella cada día: “Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.” (Juan 8:31b-32). Esto, implica entrar en una relación con Jesucristo, ya que él cada día va revelando las verdades eternas sobre las cuales camina el discípulo, se somete a ellas y las hace su estilo de vida.
Vivamos en la libertad que el Señor nos ha logrado: Estando, perseverando y profundizando en la Palabra bendita y eterna de nuestro Rey y Señor Jesucristo. ¡Examínalo!
¡Con la expectativa de verte!
Vicente Alcántara Ulloa
Pastor Supervisor