LAS EMOCIONES EN SEMANA SANTA
“Habiendo dicho Jesús esto, se conmovió en espíritu, y declaró y dijo: De cierto, de cierto os digo, que uno de vosotros me va a entregar. Entonces los discípulos se miraban unos a otros, dudando de quién hablaba.”
Juan 13:21-22
Es casi imposible no llegar a emocionarse en una semana repleta de diversas y variadas emociones. Aún, está fresca en mi memoria la primera vez que vi un Cristo crucificado. Era una crucifixión clásica, como aquellas que están presentes en iglesias y conventos. Esa imagen hierática y sangrante me detuvo y me sobrecogió llenándome de espanto. Era un niño, quizá con seis o siete años, que indolentemente corría con mis amiguitos por los pasillos de aquel convento católico donde asistía toda mi familia. Ingresé descuidadamente a la sacristía, donde estaba aquel Cristo pendiente del muro de fondo de aquel lugar.
Es imposible evitar las emociones, que van desde la algarabía de un Domingo de Ramos, para contrastarse con las dolientes y efímeras emociones de media semana que acompañaron la crucifixión y muerte del Salvador y concluir el siguiente domingo con la deslumbrante y sorpresiva resurrección de Cristo.
Las emociones son inherentes a cada ser humano. Hasta Jesús el Hijo de Dios las experimentó. Y sin duda que las vivió con mayor intensidad que cualquiera de nosotros, ya él conocía muy bien las emociones, desde las más nobles hasta las más exacerbadas e injustas de los que le rodeaban. Veamos algunas de ellas:
- LA ANGUSTIA DE JESÚS. Jesús sorprendió a todos con la noticia de que uno de sus discípulos lo traicionaría: “Habiendo dicho Jesús esto, se conmovió en espíritu, y declaró y dijo: De cierto, de cierto os digo, que uno de vosotros me va a entregar.” (Juan 13:21) ¿Qué es lo que Jesús había dicho? Jesús acababa de explicarles el significado el lavado de los pies, como la centralidad de nuestro servicio a Dios y amor a nuestro prójimo. Era el momento de la Última Cena. Es probable que los discípulos no lograban entender el peso y el significado de aquel momento. Cuando Jesús comenzó a angustiarse, los discípulos consternados no se dieron cuenta de que el camino a la cruz estaba muy cerca.
- EL AMOR DE JESÚS. El Señor sabía que Judas lo traicionaría. La evidencia de esto está en este texto: “Jesús les respondió: ¿No os he escogido a vosotros los doce, y uno de vosotros es el diablo?» (Juan 6:70). Sin embargo, a pesar de que Jesús sabía de la traición, en nada modificó la forma como se relacionaba con Judas. Lo amó con la misma intensidad y generosidad con la que amó a los demás. No marcó una diferencia en el trato, ni muchos menos lo excluyó de participar de todo Su programa al lado de los demás discípulos. No mostró la decepción, ni la amargura que generalmente nos acompaña a nosotros al saber que alguien nos va a traicionar.
¡Qué equilibrado era nuestro Señor! Esa actitud de Jesús es la más clara muestra del amor que practicaba. Él vivió lo que predicó. ¡Examínalo!
¡Con la expectativa de verte!
Vicente Alcántara Ulloa
Pastor Supervisor
Jesús hijo de Dios , practico lo que predico por ser santo, amo a todos sus hijos sin distinción a esa plenitud de amor quisiera ya el hombre imperfecto y pecador llegar no estaremos jamás a la investidura de Jesús hombre con mucho poder pero noble como el más humilde ciudadano un hombre bueno generoso dadivoso y vivió sobre todo en precariedad y austeridad como la mayoría de sus seguidores un hombre digno de llamarse hijo de Dios . El mayor acto de amor de morir por los pecados de otros ya es el más grande amor que ningún hombre en la tierra podrá igualar. Por eso Jesucristo será nuestro mayor referente para una vida cristiana en la iglesia e nuestros tiempos.