¡Mayores cosas harás!
“… Estos cuatro eran descendientes de los gigantes en Gat, los cuales cayeron por mano de David y por mano de sus siervos.”
(2 Samuel 21: 23)
Qué importante es tener referentes en la vida, a quiénes seguir y modelos con quién medirlas. En el reinado de Saúl, salió el gigante Goliat para pelear contra Israel, pero nadie quiso enfrentarlo. Se supone que era el líder quien debía modelar valentía y agallas para enfrentar el desafío. Pero evidentemente Saúl no estaba preparado para semejante hazaña.
El destino había deparado que un jovencito pastor de ovejas, el menor de ocho hermanos pero fiel creyente en Dios, temeroso del Señor y obediente al Dios Omnipotente, enfrente a este gigante. Como nos recuerda la historia, David derrotó al gigante paladín con honda y piedra trayendo a la postre libertad no solo al ejército sino a toda la nación del yugo de los filisteos. ¡Gloriosa hazaña!
En la historia de hoy vemos que cuatro hombres, quizá comunes y corrientes, lograron la misma hazaña que David. La pregunta es ¿Por qué lo lograron? La respuesta radica en lo que se llama “osmosis” (Influencia recíproca entre dos individuos o elementos que están en contacto.)
Estos hombres de David estuvieron en contacto con el rey y seguramente escucharían sus hazañas, su fe, su amor por Dios, su amor por Israel, y se contagiaron a tal punto que lograron las mismas hazañas de aquel con quien estaban en contacto.
Del mismo modo mis amados debemos recordar las palabras del Señor Jesús: “De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aún mayores hará, porque yo voy al Padre.” Juan 14:12. Aquí una promesa maravillosa, mayores cosas haremos ¡que bendición! ¿Cuál es la clave? Creer en él y estar en contacto “comunión” siempre con él.
De acuerdo a esta palabra, es posible al igual que los cuatro siervos de David mataron gigantes, nosotros también tener las mismas y aún mayores victorias y obras que nuestro Señor Jesucristo, porque él está sentado a la diestra del Padre, tenemos en nuestras vidas al Espíritu Santo y tenemos “comunión” con el Dios trino todos días.
Para meditar:
¿Existe influencia recíproca de tu relación con Dios? ¿Recuerdas alguna hazaña o victorias en la que fuiste instrumento de bendición? ¿realmente estás siendo influenciado por Jesús?
¡Firmes y adelante!
Néstor Méndez
Pastor Asistente