ALCANZANDO LOS PROPÓSITOS DE DIOS
“Donde no hay dirección divina, no hay orden; ¡feliz el pueblo que cumple la ley de Dios!”
(Pr.29:18)
Las Escrituras nos invitan a vivir con “propósito”. Es muy importante tener una visión; sin ésta el pueblo se extravía.
Para este año que se aproxima 2024, logremos una mejor comunión con Nuestro Señor, y alcancemos una mayor madurez espiritual, como nos dice la epístola a los Efesios:
“Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”
(Ef. 4:13)
Veamos algunos propósitos:
1. EN LA ADORACIÓN.
La adoración a Dios es un acto de reconocimiento y honra hacia él como nuestro Señor y Creador del universo. Al adorar a Dios, le rendimos culto expresándole nuestro amor, nuestra gratitud, reverencia y sumisión a su Voluntad. La Biblia nos enseña que la adoración a Dios es una parte esencial de nuestra relación con él.
Así que nuestro propósito es adorarle a Dios. Pablo escribe a la iglesia de Colosas:
“Canten salmos, himnos y canciones espirituales a Dios, con gratitud de corazón”
2. EN EDIFICAR A SU PUEBLO.
Según la Biblia, la iglesia tiene la obligación de nutrir a los creyentes y edificarlos en la fe.
Pablo, escribió a la iglesia de Éfeso que Dios proporciona a la iglesia personas dotadas a fin edificar al cuerpo de Cristo.
“Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo”
(Ef. 4:11-12)
3. EN VIVIR EN SANTIDAD.
Hablar de santidad, es hablar de pureza, es hablar de limpieza profunda en la vida de cada creyente nacido de nuevo. Hablar de santidad, es hablar de la voluntad de Dios hacia su iglesia, pues su voluntad es y será siempre nuestra “santificación”. Lograremos vivir en santidad en medio de un mundo corrompido por el pecado, mediante:
3.1. Disciplina en la oración.
3.2. Las Escrituras como nuestra lumbrera.
3.3. Estar lleno del Espíritu Santo.
4. EN CUMPLIR LA “GRAN COMISIÓN”.
Jesús les dijo a sus discípulos:
“Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”
(Mt. 28:19).
Esta obra evangelizadora de declarar el evangelio es el ministerio primario de la Iglesia hacia el mundo.
Pablo dijo que su propia meta no era simplemente llevar a las personas a la fe inicial que salva, sino:
“A quien anunciamos, amonestando a todo hombre, y enseñando a todo hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre”.
(Col. 1:28).
¡Amado hermano!,
Este es nuestro verdadero propósito que debemos alcanzar en el próximo año para darle la Gloria a Nuestro Señor.
Destruyendo barreras
José Cabanillas
Pastor Asistente