LA FUENTE DE AGUA VIVA
(Juan 7:37-39)
En el último y gran día de la fiesta de los tabernáculos hubo la mayor concurrencia de personas en el templo.
En cada uno de los siete días de la fiesta que ya habían pasado, una comitiva de sacerdotes acompañados por mucha gente se dirigía al estanque de Siloé, llevando un recipiente de oro, el cual lo llenaban de agua y lo traían en ceremonia hasta el templo, vertiéndolo sobre el altar.
En esta ceremonia había personas envidiosas y llenas de celo, y sus espíritus debieron ver al Señor Jesús y todo este ritual con algún recelo, sintiendo aún en sí mismos una sed que ninguna de estas formas simbólicas las podía apagar, y preguntándose ¿cuándo se realizaría la visión de Ezequiel 47 y Zacarías 13:1?
Jesús se levantó y dijo:
“Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva”
(Juan 7:37-38)
Se utilizaba agua porque era un símbolo de la bendición divina de la lluvia que corría en abundancia para las cosechas, Jesús utilizó este acontecimiento como lección gráfica para hacer una invitación a que le aceptaran como Su fuente de agua viva.
El río de aguas vivas, que menciona el Señor, es similar a la visión mencionada en Ezequiel 47:1-9. Él era quien suministraba el agua viva que da la vida eterna al hombre
El Señor Jesús está afirmando que él debe ser considerado como el cumplimiento de todas aquellas ceremonias que se estaban llevando a cabo. En realidad, una vez más se estaba presentando como el verdadero Mesías que ellos llevaban siglos esperándolo.
“Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado”.
(Jn. 7:39)
El “agua viva” es el Espíritu Santo y las bendiciones de vida que nos otorga.
Hermanos:
– Con frecuencia se culpa a otros de esta sed espiritual o insatisfacción: a la mujer o al marido, al trabajo, la economía, los políticos, el gobierno, etc., pero en realidad, la verdadera causa de este descontento está dentro de uno mismo. De hecho, si insistimos en culpar a otros, nunca solucionaremos esta angustia interior, y lo único que realmente conseguiremos será proyectar esta amargura sobre los demás.
– La solución está en la necesidad de admitir nuestra culpabilidad, arrepintiéndonos y desear el perdón de nuestros pecados para comenzar una nueva relación con Dios.
– El llamamiento del Señor fue dirigido a aquellos que están dispuestos a admitir su estado y anhelar el perdón de sus pecados; estos, no serán rechazados. Esta es la gracia de Dios que se ofrece por igual a todos los hombres.
– Hay que ir a la persona de Cristo, donde está el agua y beberla. De esta manera estamos creyendo en él.
– Por último, estos versículos nos ayudan a entender que el creyente no solo tendrá su propia sed saciada, sino que debe llevar a muchos a Jesús, quien es el que suministra el agua para saciar su sed y otorgarle vida eterna.
Destruyendo barreras
José Cabanillas
Pastor Asistente
Cristo, la fuente de agua viva.
Bendecido día.