LA FE INTERMITENTE
“Confiar en Dios es estar totalmente seguro de que uno va a recibir lo que espera. Es estar convencido de que algo existe, aun cuando no podamos verlo.” (Hebreos 11:1) TLA
La fe es la seguridad de aquello que no lo ves, pero, que tienes la confianza de que lo vas a recibir. Esto, es y debería ser la experiencia más segura y expectante que todo creyente debe de guardar en su diario vivir. Sin embargo, esta seguridad se torna fluctuante en la vida de muchos creyentes que lejos de avanzar se ven estancados en su experiencia con Dios. A este tipo de experiencia le llamo una fe intermitente.
Una fe intermitente es aquella que fluctúa en el tiempo. Es una creencia que no es constante; sino que, aparece y desaparece dependiendo de las circunstancias. Esta clase de fe aparece cuando un creyente en momentos de crisis o dificultad se aferra a Dios. Pero tan pronto como pasa la crisis o se diluye la dificultad, abandona a Dios, deja a un lado las disciplinas espirituales, se vuelve huraño y muchas veces autosuficiente.
De esta clase de fe se ha revestido el hombre desde el Antiguo Testamento, aun hasta nuestros días.
1. LA FE FLUCTUANTE EN EL ANTIGUO TESTAMENTO. Para nadie es extraño que el pueblo de Dios vivía en Egipto, afligido, se dejaba oír su clamor a causa del abuso de los capataces egipcios. Era un pueblo en constante angustia, hasta que Dios decidió enviar a un libertador que sería Moisés.
Fue un pueblo que de primera mano experimentó el poder, la protección y la guía del Señor. El texto bíblico dice: “Y Jehová iba delante de ellos de día en una columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en una columna de fuego para alumbrarlos, a fin de que anduviesen de día y de noche.” (Éxodo 13:21) Que experiencia para más gratificante y única. Al pasar el Mar Rojo y ver los carros de guerra de los egipcios flotando sobre las olas, los guerreros egipcios regados en las arenas de la playa. Moisés y el pueblo de Dios celebrando este acontecimiento y por cierto las victorias de su fe cantaron: “Cantaré yo a Jehová, porque sea magnificado grandemente; ha echado en el mar al caballo y al jinete. Jehová es mi fortaleza y mi cántico, y ha sido mi salvación. Este es mi Dios, y lo alabaré; Dios de mi padre y lo enalteceré. Jehová es varón de guerra; Jehová es su nombre.”(Éxodo 15:1-3). Sin embargo, cuando experimentaron la falta de agua: “Entonces el pueblo murmuró contra Moisés, y dijo: ¿Qué hemos de beber? (Éxodo 15:24). Igualmente fue con la comida: “Y toda la congregación de los hijos de Israel murmuró contra Moisés y Aarón en el desierto; y le decían los hijos de Israel: Ojalá hubiéramos muerto por mano de Jehová en la tierra de Egipto, cundo nos sentábamos a las ollas de carne, cuando comíamos pan hasta saciarnos; pues nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a toda la multitud.” (Éxodo 16:2-3). Esta, es la fe intermitente; cuando están bien adoran, alaban y se llenan de confianza en Dios. A penas aparecen las circunstancias adversas, la fe desaparece y aparece la queja, la murmuración.
2. LA FE INTERMITENTE EN EL NUEVO TESTAMENTO. En el Nuevo Testamento, la fe se ve influenciada por un nuevo elemento extendido por el mundo conocido, como fue el pensamiento griego. De allí que la fe tenga una suerte de concreción con ciertos elementos racionales que buscan validar la fe. Esto, ya no es fe en Dios; sino en la razón. Quizá el mejor ejemplo de una fe intermitente es de la de Tomás. Este apóstol de Jesús no estuvo presente en la primera aparición de Jesús a sus discípulos. Entonces sus demás compañeros le dijeron: “Al Señor hemos visto. Él les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré.” (Juan 20:25) ¿Qué clase de fe es esa? Que busca comprobación para creer. Si no hay comprobación: “no creeré” (Juan 20:25c); pero si hay comprobación entonces “estoy de acuerdo con vosotros”.
Ocho días más tarde, volvió Jesús a sus discípulos que estaban junto con Tomás y dijo: “Paz a vosotros. Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métala en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.” (Juan 20:26c-27) De esta manera corrigió el Señor una fe basada en evidencias, que no es fe. Puesto que “la fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.” (Hebreos 11:1)
¡Con la expectativa de verte!

Vicente Alcántara Ulloa
Pastor Supervisor