VER PARA CREER
«Le dijeron, pues, los otros discípulos: Al Señor hemos visto. Él les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré.»
Juan 20:25
Una de las frases que decimos y escuchamos cotidianamente, tienen su origen en los tiempos de Jesús. Más de 2000 años después de la vida, pasión y muerte del «Hijo de Dios», escuchamos la frase «ver para creer» en muchos contextos.
La mayoría conoce la historia de Tomás, el incrédulo, aquella persona que tenía que ver para comenzar a creer. Tomás era uno de los doce, uno que había sido escogido especialmente por Jesús para que fuera testigo de su Ministerio acá en la tierra, seguramente Tomás había experimentado cosas sobrenaturales, como la alimentación de los cinco mil, los milagros a los ciegos, cojos o mancos; había sido testigo de cómo Jesús había caminado sobre el mar o calmado la tempestad, había visto demonios huyendo de la presencia de Jesús y de muchos tantos milagros y prodigios que el Señor había realizado.
Pero luego de su muerte, la fe de Tomás tambaleó a tal punto de no creer en su resurrección, pese a que Jesús lo había predicho, fue tanta la incredulidad de Tomás que dijo tener que introducir sus dedos en las manos Jesús y su mano en el costado para poder creer que se trataba de Él.
Sin darnos cuenta muchos de nosotros actuamos como Tomás, necesitamos ver a Dios obrar para comenzar a creerle, incluso algunos comienzan a decir, yo no veo a Dios en mi situación, no lo veo en mis problemas, no veo que Él se manifieste; y cuando pensamos de esta manera, nuestra fe decae, el ánimo decae y caemos en un estado de depresión, de incredulidad y frustración, actuamos como Tomás, un Tomás que muchos criticamos…
¿Necesitas ver el obrar de Dios para creerle? ¿Necesitas confirmar con tus sentidos las manifestaciones de Dios para comenzar a creerle?
Esta es una pregunta muy personal: ¿Le estás creyendo a Dios?, o ¿estás en esa posición de “ver para creer”?
Nuestro Señor Jesucristo nos da promesa especial de bendición para los que creen “bienaventurados los que no vieron, y creyeron.”
¡Avancemos con fe!

Juan Carlos Chirinos
Pastor Asistente