SERVICIO MÁS ALLÁ DEL TEMPLO
“Todo lo que hagan, háganlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres”
Col. 3:23
En un mundo donde la mediocridad y la negligencia parecen ser aceptadas, el creyente está llamado a marcar la diferencia, reflejando diligencia, responsabilidad y excelencia en cada labor que emprenda. No solo debemos pensar que el servicio al Señor se limita a lo que hacemos dentro de la iglesia, pues las tareas que realizamos fuera de esas cuatro paredes también son importantes y significativas para Dios. Desde esta perspectiva, trabajar con compromiso y dedicación no es simplemente una cuestión profesional, sino un principio espiritual que honra a Dios y da testimonio de su obra en nuestras vidas.
El trabajo a medias, la negligencia o la actitud indiferente son actitudes que se identifican más con una mentalidad mundana que con el llamado a vivir una vida que glorifique a Dios.
En Colosenses 3:23 se nos exhorta: “Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres”. Este pasaje subraya que nuestro esfuerzo diario, independientemente de la tarea o el rol que desempeñemos, debe ser una expresión de nuestra fe. Trabajar bien no es simplemente una cuestión de ética laboral, sino también un acto de adoración.
Como creyentes, debemos rechazar la mentalidad de mediocridad y asumir una actitud de excelencia, no por vanagloria, sino para honrar a Dios. Esto implica dar lo mejor de nosotros, incluso en las tareas más pequeñas, confiando en que nuestro trabajo es un reflejo tangible de nuestra fe. Cuando buscamos la excelencia, mostramos al mundo que el servicio al Señor no conoce fronteras entre lo espiritual y lo cotidiano.
Aquí algunas formas prácticas de meditar si estás realizando una labor «como para el Señor», según Colosenses 3:23:
- Examina tu motivación:
Pregúntate: ¿Estoy buscando reconocimiento humano o agradar a Dios con mi esfuerzo? - Evalúa la calidad de tu trabajo:
Reflexiona: ¿Estoy entregando lo mejor de mí, o estoy haciendo solo lo mínimo necesario? - Observa tu actitud:
Considera si estás trabajando con gratitud, paciencia y gozo, incluso cuando las tareas son difíciles o rutinarias. - Busca integridad:
Piensa: ¿Estoy siendo honesto y responsable, incluso cuando nadie está mirando? - Analiza el impacto en otros:
Pregunta: ¿Mi trabajo beneficia a quienes me rodean? ¿Está siendo un testimonio positivo para ellos? - Ora antes y después del trabajo:
Haz una oración sencilla: “Señor, que lo que haga hoy sea para tu gloria y refleje tu carácter en mí.” - Haz revisiones frecuentes:
Al final del día, pregúntate: ¿En qué aspectos pude honrar a Dios hoy? ¿Dónde debo mejorar para mañana?
Que todo lo que hagamos sea para honrar y glorificar a nuestro Dios.
Avancemos con fe.

Juan Carlos Chirinos
Pastor Asistente