CAMINANDO EN OBEDIENCIA
“Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.”
Josué 1:8
La obediencia plena descansa en el conocimiento pleno.
A Josué, a quien Dios demanda lealtad y obediencia a su Palabra, le requiere también la lea y medite. Este libro de la ley debería controlar su manera de hablar.
Todo tendría que estar sujeto y condicionado a la normativa de Dios, Su Palabra debía ser objeto de meditación por parte de Josué. Y se le anima a que meditara continuamente en la Palabra, como algo habitual y no ocasional, ya que debía de hacerlo “de día y de noche”.
Meditar en la Palabra de Dios, traería como consecuencia la obediencia personal. Josué debía ser de ejemplo al pueblo, viviendo conforme a la voluntad de Dios.
La autoridad de Josué descansaba en el sometimiento incondicional y la aplicación de todo cuanto el Señor había dispuesto en su Ley.
No solo había de hacer lo que estaba escrito, sino que tendría que hacerlo conforme a lo que estaba escrito; es decir, siguiendo fielmente la normal.
La Palabra de Dios no solo tiene que ser objeto de obediencia, sino también de meditación personal.
La primera necesidad de cada creyente consiste en conocer la Escritura o, lo que es igual, dedicar tiempo a su lectura, estudio y meditación. Después de reflexionar sobre lo que Dios quiso enseñar por medio de Su Palabra, con la ayuda del Espíritu Santo, traerá como consecuencia un creyente con el corazón lleno de la Palabra.
En la medida que conocemos, meditamos y obedecemos la Palabra de Dios, esto producirá vidas ejemplares, que son testimonio que glorifica a Dios.
¡Creciendo en la Palabra y viviendo juntos en santidad!
Luiggi Naveda
Pastor Asistente
La obediencia a Dios se basa en conocer y meditar en Su Palabra, como lo demuestra la vida de Josué. Dios le ordenó meditar constantemente en la ley para que guiara sus decisiones y conducta, promoviendo su obediencia y sirviendo de ejemplo para el pueblo. Su autoridad derivaba de su sumisión a las instrucciones divinas, destacando la importancia de comprender y aplicar la Escritura para vivir según la voluntad de Dios y glorificarlo con una vida ejemplar.