EL ELIXIR DE LA ETERNA JUVENTUD
“Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva día a día”
2 Corintios 4:16
Es innegable que nuestro mundo está obsesionado con la juventud. Por esta razón, existe una abundancia de productos y tratamientos que prometen una mejor salud, reducir las arrugas y aumentar la energía. No obstante, estos métodos solo abordan el problema del envejecimiento desde una perspectiva superficial, y no pueden cambiar la realidad de que nuestros cuerpos envejecen inevitablemente con el paso del tiempo. Aunque se nos presenten soluciones rápidas y tentadoras, el desgaste del cuerpo físico es parte del proceso natural de la vida.
Aun así, es importante recalcar que el sentimiento de envejecimiento no tiene que ser una carga inevitable. Con el conocimiento correcto, especialmente aquel que obtenemos de la Palabra de Dios, es posible adoptar una actitud renovada y joven de espíritu, sin importar nuestra edad cronológica. En el pasaje de 2 Corintios 4:16, el apóstol Pablo expresa esta renovación interior diaria que experimentaba. Para él, el desgaste físico era evidente, pero la renovación de su espíritu le llenaba de esperanza y lo motivaba a seguir adelante.
Pablo nos da un ejemplo inspirador de alguien cuyo enfoque no estaba en las apariencias o en el estado de su cuerpo físico, sino en el crecimiento espiritual y en el fortalecimiento de su carácter cristiano. Nos invita, a través de este mensaje, a priorizar lo eterno sobre lo pasajero y a trabajar en la renovación de nuestro ser interior. Una vida espiritual que permanece estancada es indicio de una falta de prioridades eternas. Para lograr un crecimiento constante y renovador en nuestra vida cristiana, debemos cultivar lo siguiente:
- Un camino centrado en Dios. Es importante mantener nuestra mente enfocada en las cosas de arriba y no en las terrenales (Colosenses 3:2). Cada día debe ser visto como una nueva oportunidad para confiar más en Dios, para amarle con mayor profundidad y para servirle con alegría.
- Un estudio constante de la palabra de Dios. La Escritura nos llama a desear la Palabra de Dios como un niño recién nacido desea la leche, con el propósito de seguir creciendo espiritualmente (1 Pedro 2:2). Este deseo de la Palabra es lo que nos alimenta y fortalece en nuestro caminar cristiano.
- Una perspectiva real de la vida. La Biblia nos exhorta a mantener una actitud de alegría, agradecimiento y fervor (1 Tesalonicenses 5:16-18). Cuando enfrentamos la vida con una perspectiva basada en la gratitud y el gozo, estamos fortaleciendo nuestro ser interior.
- Una orientación centrada en los demás. Invertir tiempo y esfuerzos en los demás, en la edificación y apoyo mutuo, también es una fuente de renovación. Cuando dedicamos nuestra vida a ayudar a otros en su crecimiento espiritual, encontramos un propósito que nos ayuda a fortalecernos en la fe (Hebreos 10:24-25).
Mantenerse joven mientras se envejece es posible si empezamos por la renovación de la mente. La juventud del espíritu se refleja en la actitud y en la disposición que tenemos para aprender, reír, amar a Dios y servirle. Si aún no hemos comenzado este camino de renovación interior, este es un buen momento para hacerlo. La verdadera juventud no es física, sino espiritual: rejuvenecer en el interior nos da la fuerza y el gozo para vivir cada día con esperanza y propósito.
Avancemos con Fe
Juan Carlos Chirinos
Pastor Asistente