SOMOS UNA LUZ EN MEDIO DE LA OSCURIDAD
“Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.”
Mateo 5:14-16
A veces me pregunto: ¿Qué sienten las personas cuando llegamos a un lugar? ¿Qué es lo que ellos perciben acerca de nosotros? ¿Andamos en la paz del Señor y nos llenamos de Él antes de enfrentar al mundo cada día? En este mundo ya hay suficiente gente alterada, golpeada por la vida, cansada, enojada o a la defensiva y puede ser fácil contagiarnos, pero déjame decirte que ese no es nuestro propósito en esta tierra.
Como hijos de Dios, nuestro propósito es llevar su paz y su luz a todos los que nos rodean. Para llevar algo, primero debemos tenerlo, ya que no podemos dar lo que no tenemos. Hay mucha gente en este mundo cegada por el enemigo, viviendo en el pecado y la desesperación y en su condición pueden mirar a los creyentes y ver esperanza porque desde nuestro interior puede brillar la luz de Cristo.
Mis hermanos, qué importante es permitir que la luz de nuestro Señor se mantenga brillando en nuestras vidas, no solo cuando comunicamos la verdad del evangelio, sino cuando somos un reflejo de Cristo con nuestro testimonio y nuestro estilo de vida. Vivir una vida cristiana llama la atención de los demás porque es muy diferente al estilo de vida del mundo, y hace que otros deseen conocer a Jesús.
¿Qué debemos hacer para ser un reflejo de Cristo?
Debemos llenarnos primero del Señor.
Debemos buscarle con todo nuestro corazón.
Debemos dedicar tiempo a la oración y a la lectura de su Palabra. (Si esto no es un hábito en nuestras vidas, tomaremos decisiones equivocadas, nuestra pasión por el Señor comenzará a disminuir y los no creyentes no podrán ver contentamiento o gozo en nosotros).
Debemos resistir la tentación. (No olvidemos que el pecado ensucia el testimonio del creyente).
Mi hermano y hermana, nuestro Señor Jesús nos compró dando su propia vida. Nos dio la bendición de gozar de una nueva naturaleza que es santa y sin mancha, pero también nos pide que vivamos conforme a lo que nos ha mandado en las escrituras, abandonando nuestra vieja manera de vivir y adoptando la nueva.
Debemos ser una luz sobre un monte alto, separados del mal que nos rodea. Debemos ser diferentes y que otros miren a Cristo en toda nuestra manera de vivir.
¡Creciendo juntos!
José Miguel Olave
Pastor de Adoración y Artes