¡SOLDADO HERIDO!
“Hermanos, aun si alguno es sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradlo en un espíritu de mansedumbre, mirándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado. 2 Llevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo.”
Gálatas 6:1-2
En la vida cristiana hay diversas batallas que enfrentar, por ejemplo las tentaciones. Y toda tentación pone a prueba nuestro carácter si está cimentado en la Palabra. La Biblia nos muestra muchos casos de hombres de Dios que cayeron en situaciones que trajeron dolor, desgracia, vergüenza y sin duda consecuencias: Noé se emborrachó, Abraham mintió, Judá adulteró, Aarón idolatró, David mató, Tomás dudó, Pedro negó, y la lista es mucho más larga. Sin embargo, a cada uno de ellos, la gracia del Señor les perdonó y levantó. Al mismo tiempo, Dios no toleró su pecado y tuvieron que ser exhortados y disciplinados. Esta es una marca de toda iglesia saludable: considerar con seriedad la santidad de Dios.
El versículo de hoy nos enseña cómo tratar con un hermano en la fe que ha cometido pecado:
- La responsabilidad de los hermanos mayores en la fe: “vosotros que sois espirituales,” (v.1a). Dios nos ha permitido ser parte de una familia espiritual; entonces, los mayores en la fe tienen la responsabilidad de cuidar, amonestar y guiar a los que han cometido alguna falta. ¡Gracias a Dios por nuestros líderes y pastores!
- La restauración es parte del plan de Dios: “restauradlo …” (v.1b): Restaurar es un mandato de parte de Dios e implica reparar lo que se dañó y volver algo al estado original. El Señor anhela que cada cristiano viva una vida plena en Él; y cuando eso no pasa, tenemos Su Palabra para guiar a quienes cayeron, y puedan recuperar su relación con Dios.
- La actitud al corregir es con mansedumbre: “restauradlo en un espíritu de mansedumbre,” (v.1c): La mansedumbre es la virtud que modera la ira contra el comportamiento de otro. Debemos buscar el arrepentimiento de quien cometió pecado como paso necesario para el proceso de restauración. Esta guía espiritual implica hacerlo con la actitud correcta, sin criticar ni señalar; pero sí, con la seriedad debida que la santidad de Dios no sea burlada. Se busca que la persona vuelva a vivir de tal forma que la gloria de Dios se manifieste en su vida.
- La tarea constante de la comunidad cristiana: “Llevad los unos las cargas de los otros …” (v.2a). Una vez más el verbo es un imperativo, lo que implica que es un mandato. Mi responsabilidad en el cuerpo de Cristo es caminar en humildad para ser ayudado y al mismo tiempo ayudar a otros. Esto se desarrolla a través del discipulado. Es hermoso saber que vivimos en una comunidad cristiana donde nos preocupamos por la vida espiritual de los demás. ¡Somos ejército del Dios viviente!
Quizás conoces o escuchas que algún hermano en la fe ha caído en pecado. Mostrar nuestro amor por ellos es no murmurar sobre lo que pasó; sino, orar y participar en el proceso de restauración de aquellos que tropezaron en el camino. Recordemos que nosotros no estamos libres de caer en lo mismo. A los soldados heridos no se les da el “tiro de gracia” con nuestras palabras o indiferencia; sino, con gracia se les restaura a la plena salud espiritual.
Amados santos de Dios, no es suficiente enseñar la sana doctrina. Si ella no se vive a diario y no se siembra en nuestro corazón, el temor de Dios carece y nuestras prácticas privadas o públicas distarán mucho de la gracia de Dios.
Si hermosos hombres de Dios tropezaron y cayeron, yo mismo puedo tropezar en el camino. Vivamos con temor delante del Señor. Oremos los unos por los otros.
Con mucho amor por las ovejas del Señor.
¡Estudia la Palabra! ¡Vive la Palabra! ¡Enseña la Palabra!
Daniel Alcántara
Pastor Titular