¿CÓMO DEBEMOS VIVIR AHORA?
“Para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo;”
Filipenses 2:15
El mundo está cambiando a una velocidad vertiginosa. No solo ha avanzado la agenda 2030, la ideología de género, las agendas progre, la ideología woke; sino también la inteligencia artificial, que amenaza con reemplazar al hombre en casi todos los quehaceres de la vida, sino en todos.
La iglesia y los creyentes tendrán que tener los ojos espirituales bien abiertos a partir de este año; porque lo que viene no será nada agradable. De otro lado ya se sienten los pasos del Rey y Señor de nuestras vidas, viniendo por Su iglesia. Entonces, ¿cómo debemos vivir ahora? Yo creo que instrucción tenemos, respaldo y confianza del Señor no nos hará falta. Mucho dependerá de las decisiones que tomemos con respecto a Dios, la iglesia y el testimonio cristiano.
Por lo tanto, consideremos estas tres preguntas:
- ¿DÓNDE ESTAMOS? Cuando Pablo escribe Su carta a los filipenses, les dice a ellos y por ende a nosotros, que estamos “en medio de una generación maligna y perversa,” (Filipenses 2:15b). Y sin lugar a duda que lo estamos. Basta con mirar las roturas matrimoniales, el abandono de los hijos, las divisiones y enemistades; la corrupción de los gobiernos, el paganismo exhibido en pantallas gigantes para que todo el mundo lo vea, la maldad extendida sin precedente alguno. La apostasía de la iglesia o abandono de la fe como si fuera algo vergonzante, las iglesias cómodas en sus cuatro paredes y no ver que el mundo se cae a pedazos. La generación en la cual estamos es aquella que “a lo malo dicen bueno y a lo bueno malo” (Isaías 5:20a). Este es el lugar donde estamos, y donde el Señor ha dejado a Su iglesia para dar testimonio.
- ¿QUIÉNES SOMOS? Para los que somos creyentes, la palabra de Dios nos dice que somos “hijos de Dios […] luminares en el mundo; ” (Filipenses 2:15). Ud. Y yo somos al menos dos cosas de acuerdo a este pasaje: Somos hijos de Dios y somos luminares. Un hijo de Dios, en contraste con los hijos del diablo, somos aquellos que hemos nacido de nuevo, somos engendrados de Dios y somos participantes de Su naturaleza divina por la presencia del Espíritu Santo en la vida de cada creyente. Somos hijos de Dios, porque obedecemos a la palabra y nos aferramos la verdad de Dios.
Somos luces, como Dios lo dijo en el Antiguo Testamento: “Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento;” (Daniel 12:3a). O como Jesús lo enfatizó a sus discípulos: “Vosotros sois la luz del mundo;” (Mateo 5:14a). Debemos iluminar el mundo que camina tropezando. Nos toca brillar espiritualmente en medio de una generación que camina en medio de la oscuridad. - ¿QUÉ DEBEMOS HACER? El contexto de Filipenses 2:15 nos indica lo qué debemos hacer. En el primer lugar, obedecer (Filipenses 2:12a) a la Palabra del Señor. No necesitamos un guarda o un vigilante para ser obedientes a los postulados del Reino de Dios. Si tenemos una nueva naturaleza, entonces tendremos una nueva motivación para el bien y practicarlo guiados por el Espíritu Santo.
La segunda cosa que Dios nos pide es “ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor,” (Filipenses 2:12b). Esto significa que debemos cuidar nuestro testimonio para que no sea obstáculo para nadie, sino una guía para otros. Que no nos entrometamos en asuntos ajenos y que estemos pendientes de una cultura torcida y perversa en la cual habitamos, cuidando nuestra salvación para dejarnos influenciar.
Nos pide: Obediencia, porque generalmente a través de toda la historia, el hombre se ha mostrado rebelde al Señor y a Su palabra. Además, porque la obediencia es la fuente más grande de toda bendición. Y también nos pide estar ocupados en nuestra salvación, porque de ello depende nuestra trascendencia y eternidad. ¡Examínalo!
¡Con la expectativa de verte!
Vicente Alcántara Ulloa
Pastor Supervisor