TRANSFORMADOS PARA SERVIR
“En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor; gozosos en la esperanza; sufridos en la tribulación; constantes en la oración.”
Romanos 12:11-12
Dentro de tantas preguntas que tenemos que hacernos como cristianos, algunas de las que tenemos que ser conscientes tienen que ver con lo siguiente: ¿Para qué fuimos salvos? ¿Cuál es uno de los propósitos fundamentales por los que somos seguidores de Cristo? Y la respuesta que obtenemos es que fuimos salvos y ahora estamos siguiendo las huellas de Cristo con el propósito de servir a Dios. No solo servimos al Señor dentro de la iglesia, sino también afuera de las 4 paredes.
Hay algo que tenemos que tomar en cuenta: todos debemos poner manos a la obra, todos debemos entender que hemos sido llamados a servir al Señor de una manera u de otra, pero llamados a servir, por eso Dios nos ha dado talentos y dones.
Como creyentes, no debemos tomar el servicio de Dios a la ligera, como si no tuviera importancia y relevancia eterna. En cambio, debemos servirle apasionadamente al punto de gastarse del todo y claro que la motivación del apóstol Pablo es clara, lo hace por amor a cada alma.
Además, trabajemos con esperanza de saber que Dios traerá el fruto anhelado. Tendremos que sembrar y muchas veces nos tocará sembrar en corazones duros, en vidas que no quieren escuchar el evangelio. Y quizá, te parezca que sembraste en vano, pero nada es en vano. En algún momento verás la cosecha, porque, aunque tengamos que sembrar o regar finalmente, ¿quién da el crecimiento? Dios. Trabajemos con esperanza de que habrá frutos en algún momento.
¡Qué mejor que tener que recurrir al apóstol Pablo con ese gran referente espiritual! Este hombre escribió en cada una de sus epístolas sobre la oración. Perseverar en la oración, constantes en la oración, orad sin cesar y continuamente. Pablo está haciendo un llamado a la oración y, por supuesto, en el contexto del servicio aprendamos a tener una vida de oración constante en el Señor. El Señor está llamando a hombres y mujeres que sean constantes y firmes. Y que sigan adelante, por más que los vientos golpeen, por más que las tormentas lleguen.
Dado que todos formamos parte del cuerpo de Cristo, algún día seremos responsables ante Dios por cómo utilizamos los dones y talentos que nos ha otorgado. Por ello es tiempo de poner manos a la obra, que el Señor nos ayude a servirle con pasión y constancia.
¡Creciendo en la Palabra y viviendo juntos en santidad!
Luiggi Naveda
Pastor Asistente