QUE EL ORGULLO NO TE SAQUE DEL PARAÍSO
“sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal.”
Génesis 3:5
El orgullo de Eva se refiere al pecado original que se cometió en el jardín del Edén cuando Eva desobedeció a Dios al comer del fruto prohibido del árbol del conocimiento del bien y del mal. Este acto de desobediencia fue motivado por el deseo de Eva de ser como Dios, lo que llevó al pecado de orgullo al creer que podía ser igual a Dios en conocimiento y sabiduría. Este evento marcó el comienzo del pecado en la humanidad y tuvo consecuencias significativas para toda la humanidad.
En la Biblia, el orgullo se menciona como un pecado grave que lleva a la destrucción. Por ejemplo, Proverbios 16:5 dice: «Abominación es a Jehová todo altivo de corazón; ciertamente no quedará impune.» Esta escritura nos muestra que el orgullo es detestable para Dios y que no quedará sin castigo. Además, Santiago 4:6 nos enseña: «Dios se opone a los orgullosos, pero da gracia a los humildes.» Aquí vemos que el orgullo nos separa de la gracia de Dios, mientras que la humildad nos acerca a Él.
La historia del orgullo de Eva se encuentra en el libro de Génesis, específicamente en Génesis 3:1-6, donde se relata cómo la serpiente engañó a Eva y la tentó a desobedecer a Dios. El orgullo, desde el punto de vista bíblico, se refiere a una actitud de autosuficiencia, arrogancia y exaltación propia que se opone a la voluntad de Dios. La Biblia condena el orgullo como un pecado que separa a las personas de Dios y de su propósito para sus vidas.
Algunos pasos que pueden incrementar el orgullo incluyen:
- Desobedecer a Dios: Como vimos en el caso de Eva, la desobediencia a Dios puede llevar al orgullo al creer que sabemos mejor que él y que podemos tomar decisiones sin su guía.
- Compararnos con otros: Cuando nos comparamos con los demás y nos consideramos superiores en algún aspecto, podemos caer en el orgullo y la arrogancia.
- Falta de gratitud: No reconocer las bendiciones y provisiones de Dios en nuestra vida puede llevarnos a creer que todo lo hemos logrado por nuestros propios méritos, lo cual alimenta el orgullo.
- Negarnos a pedir perdón: La falta de humildad para reconocer nuestros errores y pedir perdón puede alimentar el orgullo y la autosuficiencia.
Es importante recordar que el orgullo es un pecado que separa de Dios y nos aleja de su voluntad para nuestras vidas. La humildad, por otro lado, nos acerca a Dios y nos permite reconocer nuestra dependencia de Él.
Avancemos con fe.
Juan Carlos Chirinos
Pastor Asistente