LA GRAN COMISIÓN
Mateo 28:18-20
Las misiones cristianas comenzaron con la Gran Comisión de Jesús, que no es una tarea individual, sino del cuerpo de Cristo. Somos responsables de hacer nuestra parte. Esta es una tarea imposible de realizar, si es en nuestra propia fuerza.
1. DISPUESTA CON LA AUTORIDAD DEL SEÑOR.
“Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.
Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén”
(Mateo 28:18-20)
- Jesús afirma su divinidad, y su igualdad con el Padre, al expresar y poseer toda la potestad en el cielo y en la tierra.
2. DISPUESTA PARA CAPACITAR A SUS DISCÍPULOS.
2.1. Les hace comprender Las Escrituras
“Les abrió el entendimiento, para que comprendieran las Escrituras, y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados…” (Lucas 24:45,47)
- Jesús quería que entendieran que la cruz no había sido un obstáculo que tuvo que superar. Era necesario para el plan redentor de Dios, para la humanidad. Que sería en el nombre de un Salvador crucificado y resucitado que el arrepentimiento y el perdón de pecados llegaría a este mundo.
2.2. Les envía, como fue enviado por el Padre:
“Como el Padre me ha enviado, así también yo os envío.” (Juan 20:21)
- Jesús le dio a sus discípulos una misión, continuar su obra en la tierra.
“Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo” (Juan 17:18)
2.3. Les otorga el Espíritu Santo para que sean sus testigos
“Pero recibiréis poder cuando el Espíritu Santo venga sobre vosotros; y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra.” (Hechos 1:8)
- El resultado natural de recibir este poder prometido sería que ellos se volverían “testigos” de Jesús, por toda la tierra.
- En los versículos que hemos mencionado en los párrafos anteriores, nos damos cuenta que el “propósito” de la “obra misionera es el de hacer discípulos”. Para que el nombre de Cristo sea conocido; que discípulos sean formados y que Él sea adorado por todas las naciones de la tierra:
“Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos;
y clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero” (Apocalipsis 7:9-10)
¡Amado hermano!
El Señor te ha capacitado para que seas Su discípulo.
¿Estás trabajando con la fidelidad, esfuerzo y perseverancia que se requieren de un siervo de Cristo?
Destruyendo barreras
José Cabanillas
Pastor Asistente