DESPOJÁNDONOS DE TODO PESO
“Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante.”
Hebreos 12:1
Dios nos creó con emociones y no hay nada de malo en sentirlas. Sin embargo, muchas veces nuestras emociones se ven afectadas por el pecado, el dolor, el trauma, el estrés, el miedo, la culpa, la vergüenza, el rencor, la ira, la tristeza, la ansiedad, la depresión y otros factores que nos impiden vivir una vida plena y abundante.
Dios no quiere que vivamos así. Él quiere que tengamos sanidad emocional, que significa estar en paz con nosotros mismos, con los demás y con Él (DIOS). La sanidad emocional implica reconocer, expresar, gestionar y transformar nuestras emociones de acuerdo con la voluntad de Dios y experimentar Su amor, Su gracia, Su perdón, Su consuelo, Su alegría y Su esperanza.
¿Cómo podemos lograr la sanidad emocional? La Biblia nos da algunos principios y consejos que podemos aplicar en nuestra vida:
- Buscar a Dios: Él es la fuente de nuestra sanidad emocional. Él nos conoce, nos ama, nos comprende y nos ayuda. Podemos acercarnos a Él con confianza, orando, leyendo Su Palabra, alabando, adorando y escuchando Su voz. Él nos promete estar cerca de nosotros, sanar nuestro corazón y renovar nuestro espíritu. (Salmo 34:18).
- Confiar en Dios: Él tiene el control de nuestra vida y sabe lo que es mejor para nosotros. Podemos entregarle todas nuestras cargas, preocupaciones, problemas y necesidades y descansar en Su fidelidad, Su poder, Su bondad y Su soberanía. Él nos asegura que tiene un plan para nuestro bien, que puede sacar algo bueno de lo malo, y que estará con nosotros en todo momento. (Mateo 11:28- 30).
- Perdonar y pedir perdón: El perdón es esencial para la sanidad emocional. El perdón nos libera de la amargura, el resentimiento, el odio y el deseo de venganza que solo nos hacen daño a nosotros mismos y a los demás. El perdón también nos reconcilia con Dios y con nuestro prójimo, restaurando la relación y la comunión. Para perdonar y pedir perdón, necesitamos reconocer nuestro pecado, arrepentirnos, aceptar la gracia de Dios y extenderla los que nos han ofendido (Mateo 6:14-15).
- Sanar las heridas del pasado: El pasado puede ser una fuente de dolor, trauma, vergüenza, culpa y miedo, que nos impiden avanzar y disfrutar del presente y el futuro. Para sanar las heridas del pasado, necesitamos enfrentarlas, no negarlas ni reprimirlas. Necesitamos pedir la ayuda de Dios, que puede sanar nuestra memoria, liberarnos de las cadenas, restaurar nuestra identidad y darnos un nuevo comienzo. También podemos buscar el apoyo de personas sabias, maduras y confiables, que nos puedan aconsejar, acompañar y orar por nosotros. (Salmo 23:3)
- Cultivar relaciones sanas: Las relaciones son fundamentales para nuestra sanidad emocional. Necesitamos relacionarnos con personas que nos amen, nos acepten, nos respeten, nos valoren, nos apoyen, nos animen, nos corrijan, nos edifiquen y nos inspiren. Podemos encontrar esas personas en nuestra familia, en nuestra iglesia, en nuestros amigos, en nuestros mentores, etc. También podemos ser esas personas para los demás, practicando el amor, la compasión, la empatía, la generosidad, la humildad, la honestidad, la fidelidad, etc. (Proverbios 17:17)
Dios quiere que tengamos paz, que seamos libres, que seamos fuertes, que seamos maduros, que seamos santos. Él quiere que vivamos una vida abundante, que refleje Su gloria, que cumpla Su voluntad, que bendiga a los demás.
Busquemos la sanidad emocional que Dios nos ofrece, y experimentemos Su amor, Su gracia, Su perdón, Su consuelo, Su alegría y Su esperanza.
¡Creciendo en la Palabra y viviendo juntos en santidad!
Luiggi Naveda
Pastor Asistente