OCUPÁNDONOS EN NUESTRA SALVACIÓN
“13 Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad, 14 a lo cual os llamó mediante nuestro evangelio, para alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo. 15 Así que, hermanos, estad firmes, y retened la doctrina que habéis aprendido, sea por palabra, o por carta nuestra.”
2 Tesalonicenses 2:13-15
Esta porción es una especie de sinopsis de la vida cristiana en cuanto a las doctrinas de la elección, salvación, justificación y glorificación. Doctrinas expuestas desde la primera carta a los tesalonicenses. En ella encontramos hermosas verdades que disfrutamos por el hecho de ser hijos de Dios; pero, al mismo tiempo, encontramos ciertas demandas que debemos cumplir como fruto de ser salvos por la gracia de Dios.
El ser salvos demanda de nosotros responsabilidades como Pablo le escribe a los Filipenses diciéndoles: “Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor,” (Filipenses 2:12)
¿De qué forma podemos ocuparnos en nuestra salvación? En 2 Tesalonicenses 2:15 encontramos dos respuestas a esta pregunta, en cómo podemos cuidarnos bajo el propósito de ser salvos en los planes de Dios.
1. Estad firmes (v.15a): “Así que, hermanos, estad firmes,”
Pablo llama a los tesalonicenses a abandonar todas sus dudas y temores y abracen las promesas del Señor. ¡Jesús viene pronto! Pablo sabía que los tesalonicenses enfrentarían presión a causa de los falsos maestros, la apatía, la persecución y el mundo. Por eso les exhorta a pararse firmes en la verdad. Circunstancias que nosotros también vivimos en nuestros días. Lamentablemente, hay muchos que son inestables en sus caminos y en cuanto a la verdad, a veces obedecen la Palabra y a veces hacen caso omiso. La Palabra es el ancla para estar firmes. Necesitamos la solidez de la Palabra en nuestro corazón. Tantos vientos de doctrinas, tantas tormentas en la vida, lo único que nos va a permitir estar de pie, es nuestra fe en Jesucristo a través de la guía en Su Palabra.
El cristiano está llamado a luchar espiritualmente. Nos esforzamos no para ganar la salvación; sino, producto de nuestra salvación. ¡Porque una fe sin obras es muerta! El verbo “Estad”: es un imperativo, un mandato, es mi responsabilidad ejecutar esta acción. El Señor me da Su Palabra, mi labor es meditar y permanecer en ella. Es un esfuerzo constante. Mi carne pelea constantemente para hacer lo que quiere, pero sujeto mi corazón al ´escrito está´, para que Dios sea glorificado en mí.
Qué hermoso saber que nunca luchamos solos ni desprovistos de recursos. En cada batalla de la vida, Jesucristo es nuestro capitán, quien nos provee las armas necesarias.
2. Retened la doctrina (v.15b): “y retened la doctrina que habéis aprendido, sea por palabra, o por carta nuestra.”
Los tesalonicenses no habían retenido firmemente las enseñanzas de Pablo, algunos se habían dejado engañar por falsas revelaciones. Lo mismo sucede hoy, algunos se extravían tras falsos maestros, dejando de lado las enseñanzas bíblicas.
“Retened”: otro imperativo, mandato que implica no dejar ni soltar; sino, mantener conmigo las palabras de La Ley. Implica que debo estudiar y atesorar Su Palabra en mi corazón. Retengo lo que valoro y mantengo lo que necesito. Y la palabra de Dios es nuestro tesoro. Pero, algo que debemos recordar amados es que, no sólo hemos sido llamados para gozar del mayor privilegio en el mundo (salvación), sino también hemos sido llamados para la mayor tarea del mundo (predicar).
Mis hermanos, Jesús viene pronto; entonces, ocupémonos en lo que es eterno, lo que no tiene caducidad en esta tierra, sino que son tesoros para la eternidad. El estar firmes y retener la Palabra son hermosas responsabilidades producto de haber sido elegidos para salvación. ¡Qué privilegio esforzarme en la gracia de Dios!
Parafraseando a Martín Lutero: Si supiéramos completamente de lo que hemos sido salvados, moriríamos de miedo al ver la gravedad del pecado y entender todo lo que distorsiona y destruye; pero si supiéramos totalmente para qué hemos sido salvados, moriríamos de gozo al contemplar la hermosura del Salvador y la belleza de sus propósitos.
¡Estudiemos la Palabra! ¡Vivamos la Palabra! ¡Enseñemos la Palabra!
Daniel Alcántara
Pastor Titular