OBEDECIENDO LA PALABRA DE DIOS
“Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas.”
Josué 1:7
El esfuerzo y la integridad de carácter están plasmados aquí para conducirse con absoluta fidelidad a la voluntad de Dios expresada en su Palabra; así mismo Josué es llamado a seguir fielmente la dirección de Dios.
Su tarea fundamental era la obediencia a todo lo que Dios había establecido por medio de Moisés. Durante cuarenta años había sido formado a su lado. No solo podía leer lo que había escrito, sino que el mismo Moisés había sido su maestro en la escuela de la obediencia, enseñándole tanto con palabras como con su propio ejemplo personal. Esta fidelidad tenía que ver directamente con la obediencia incondicional a las instrucciones de Dios. De Moisés se dice que “… hizo conforme a todo lo que Jehová le mandó…” (Éxodo. 40:16).
Moisés, siendo un siervo, estaba en la disposición de obedecer cuantas instrucciones recibiera de su Señor. Josué, como el sustituto de Moisés, era también siervo del Señor y, de igual modo, se le requiere un esfuerzo en la obediencia. La obediencia demandada era total: “conforme a toda la ley”. Es una obediencia continua.
Había de esforzarse por hacer todo cuanto Dios había establecido en su ley, hasta el punto que no debía apartarse de ella “ni a diestra ni a siniestra”. Este es el único modo de ir sobre el camino recto de Dios.
Pero es en la obediencia en donde reside la garantía de victoria. Hay una condición y un propósito en el mandamiento de Dios a Josué. Había de mantenerse en una continua obediencia “para” ser prosperado. No podía dejar la obediencia si quería alcanzar con éxito y alcanzar en victoria todo lo que emprendiera.
Si quería que todo lo que emprendiera en el futuro, relacionado con su ministerio, concluyera victoriosamente, debía obedecer sin reserva ni condiciones a Dios en todo.
La demanda de obediencia y fidelidad a la Palabra es la misma para los creyentes de cualquier tiempo. La obediencia es natural del creyente, desde el momento en que el Espíritu actuó para salvación del pecador, capacitándolo para obedecer al llamado de Dios (1 Pedro 1:2).
La Palabra de Dios es la única regla de fe y conducta para el cristiano, a la que continuamente debe estar dedicándose, lo que conlleva conocerla para practicarla.
¡Creciendo en la Palabra y viviendo juntos en santidad!
Luiggi Naveda
Pastor Asistente
La obediencia es el camino a la bendicion de Dios 🙌