LA DICHA DE SER CONSOLADOS
“el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios.”
2 Corintios 1:4
Si hay una de las experiencias en la vida, de la cual nadie quiere hablar y prefieren ignorar, esta es la muerte. La pérdida de un ser querido, amado y extrañado; así como una enfermedad incurable, desgastante y mutiladora que quita el gozo, secciona partes del cuerpo, además de generar pérdidas irreparables que muchas veces quita la paciencia y el anhelo de vivir. Del mismo modo, experiencias frustrantes, nada alentadoras, que nos ponen cara a cara con la muerte.
Sin embargo, hay personas que (a pesar de lo vivido) alcanzan un nivel de consolación admirable, tal es el caso del apóstol Pablo. Cuya vida pagó el precio de Su llamado y su ministerio guardó las marcas de un verdadero discípulo de Cristo Jesús. Asimismo, gracias a la segunda carta a los Corintios podemos ver ese indescriptible alivio que venía de la presencia de Dios que nos hace recordar que tanto tú, como yo, también podemos disfrutar de esa dicha.
- TENEMOS UN PADRE MISERICORDIOSO. Que se duele de lo que vivimos y pasamos, de tal forma que Pablo inicia esta carta alabando al Padre con estas palabras: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias” (2 Corintios 1:3a). Nadie mejor que Pablo para traducir ese amor del Padre Celestial porque después de haber recibido latigazos, azotes con varas, apedreamientos, naufragios, cárceles, cadenas, asaltos, acusaciones, persecuciones, frío, hambre, desnudez; Pablo seguía confiando en la compasión de Dios y Su alto sentido de sensibilidad frente al dolor de otros.
- TENEMOS UN PADRE QUE ES LA FUENTE DE TODO CONSUELO. Sin lugar a duda, Pablo experimentó en carne propia el consuelo de Dios, en medio de las más perversas acusaciones y dolorosas experiencias. Debido a lo cual Pablo dice: “y Dios de toda consolación,” (2 Corintios 1:3b); por esta razón, Dios es admirable, ya que Él tiene o da consolación en las situaciones más diversas y complicadas, donde el ser humano no puede ser más que un contemplativo testigo.
Pablo comprobó que Dios estaba con él acompañándolo en medio de las dificultades y proporcionándole ese incomparable alivio que él mismo necesitaba frecuentemente. Es probable que una de las formas como Dios le proveyó de consuelo fue a través de la familia de la fe, puesto que los hermanos lo socorrieron una y otra vez.
El propósito de Dios, al consolar a Pablo, era enseñarle a él y mostrarnos a nosotros la bendición y oportunidad de poder consolar a otros, que esa misericordia con la cual actúa Dios no se detenga en algunos de nosotros, sino que la hagamos fluir tal cual viene del corazón de Dios.
¡Con la expectativa de verte!
Vicente Alcántara Ulloa
Pastor Supervisor